Distraído (Libre)

12 del día, solo un día de semana y Casper cumplía a esa hora su deber en la escuela como único encargado de la enfermería, responsable de cientos de niños que veían con más tragedia un corte en sus dedos que haber pasado la noche entera vomitando, pero por más ilógico que para cualquiera aquello resultara, el joven titulado era capaz de empatizar con esas absurdas preocupaciones, con los ataques de nervios y con cada cosa que a su puerta llegara. Aunque el enfermero debía admitir que las últimas semanas el flujo de personas entrando y saliendo de su pequeño imperio y sanatorio había menguado bastante.

¿Sería que ya no les quedaba tiempo alguno a los chicos para sentirse mal? Las semanas de los exámenes se acercaba y el estrés era algo con lo que tenían que lidiar y acostumbrarse, casi mimetizarse.

La no tan pequeña enfermería (pequeña para un imperio sí, pero no si la comparamos con el espacio otorgado para lo mismo en otras escuelas) constaba de una zona de 3 camillas de descanso, una de revisión, una mesa de curaciones y todos los implementos que el mismo Casper había considerado necesarios, incluso bajadas de suero (sí, por sobre todo suero).

La verdad es que no era un mito aquello que dicen sobre el tiempo pasando más lento cuando no hay mucho que hacer y por ya tener un ritmo de vida completamente diferido al de los jóvenes estudiantes, no le quedaba mucho más que matar el tiempo leyendo alguna que otra novela sentado frente al pequeño escritorio de la enfermería.

Cada página que daba vuelta lo sumergía más en la densa narrativa del lobo estepario, pues a decir verdad, aunque gustaba de Hesse, solía detestarlo al mismo tiempo por esa manía que tenía de volver lo simple tan complejo y viceversa. Una completa relación de amor-odio. Quizás fue por eso o porque el cansancio aún no abandonaba del todo su cuerpo, que no se percató de que alguien había entrado al salón.

Tan solo cuando la camilla resonó ante el peso del alumno, Casper fue capaz de despagar sus ojos y su atención de aquel libro para girarse un tanto exaltado pues aquel sonido le indicaba que sin dudas alguien había entrado.

Cerró el libro dejando un lapiz como marcador de la página en la que iba y se puso de pie un tanto preocupado y es que la lógica mandaba a que si un alumno llegaba a la enfermería lo primero que haría sería hablar con el encargado ¿o no?

Con la confusión siendo evidente en su rostro el polaco se asomó al primer box de la sala y sobre la camilla encontró efectivamente a un alumno. Uno que no había visto antes por ahí.

-Esteee... ¿Te encuentras bien? -Su voz se alzó de forma suave y algo insegura, pero con genuina preocupación por el alumno.

-¿Te duele algo? ¡Ah! Soy el enfermero, Casper. -Añadió por si las dudas, después de todo era probable que el muchacho ni siquiera supiera de su existencia.

El enfermero no pudo contener la risa que contrastó un poco con su apariencia cansada, casi tan demacrada como la del propio estudiante y es que bueno, en una escuela como Musette no era raro que parte de las visitas a la enfermería tuvieran relación con fatiga por cansancio o colapsos por falta de sueño, aunque al menos aquel estudiante no se veía al borde de un desmayo.

- Bueno John, puedes dormir pero solo por un periodo, debes volver a clases cuando suene la campana ¿De acuerdo? - Advirtió y se dio la vuelta, cerrando la cortina que separaba la camilla del resto de la enfermería para que así el joven estudiante pudiese descansar.

Casper intentaría hacer el menor ruido posible para concederle al alumno al menos una hora de sueño reparador, aunque los estudios decían que las siestas más reponedoras eran las que duraban de 20 a 40 minutos. De cualquier forma, entendía lo importante que era un leve descanso así que al menos por aquella vez sería cómplice del alumno.

John, segundo año.

Apuntó el nombre y el curso del alumno en una de sus fichas pero no rellenó ninguna otra información.

El polaco volvió a su silla y cogió nuevamente en sus manos aquel libro, retomó su lectura y avanzó varias páginas sin realmente notarlo hasta que de pronto un sonido sutil, pero perceptible, distrajo su atención. Alguien tarareaba una canción.

No era que le llamara la atención que en un academia de música alguien tarareara una canción, sino más bien que esta se escuchara dentro de la enfermería. Guiado por la curiosidad siguió la débil voz hasta llegar de vuelta a la primera camilla, ahí donde se encontraba durmiendo el estudiante. Se asomó pensando que estaría despierto o con dificultades para conciliar el sueño, pero para su sorpresa el chico estaba profundamente dormido e incluso así el espíritu de músico afloraba por ente sus labios.

Casper sonrió para sí mismo y soltó un suave suspiro pensando en lo mucho que aquellos muchachos debían esforzarse para permanecer en aquella escuela, en lo mucho que amaban la música. De cierta manera era agradable ver esa pasión innata y de alguna forma eso también le decía que su propósito en aquella academia no era simplemente rellenar la vacante de enfermería, sino velar por la salud de cada alumno. Física y sí, por qué no mental.

Esto le abrió los ojos, comenzaría a estudiar de nuevo el área de psiquiatría o al menos buscaría una especialización complementaria, pues no creía que estuviese demás un apoyo como ese en una escuela tan exigente.

De pronto la campana sonó, lo que lo sacó de sus divagaciones y al ver que el alumno ni se daba por enterado de la campana soltó un nuevo suspiro y una risilla divertida se le escapó de los labios. Guardando sus manos en los bolsillos de su bata blanca se acercó un poco más y se inclinó un poco para tocar con el dedo índice la mejilla del alumno.

-¿John? La campana ha sonado. Debes despertar. En 15 minutos terminará el descanso y deberás volver a tu salón.- Dijo con una voz prudente, no quería darle un susto al alumno y aunque él quisiera otorgarle más tiempo de descanso no podía fomentar en demasía conductas como aquella.

El mayor se asustó un poco ante aquella mirada, pero luego de que el alumno se girase, soltó un suspiro pesado, era como si realmente estuviera a punto de rendirse pues su postura cansada y sus ojeras parecían indicarlo así, sin embargo, una luz particular se encendió en la mirada de Casper.

Se dio media vuelta y caminó hasta el pequeño refrigerador que se encontraba en la enfermería, aquel que contenía algunos medicamentos que debían mantenerse a baja temperatura y también las compresas frías. De dicho congelador, sacó un cubito de hielo y sin piedad alguna volvió a la primera camilla donde dejó caer el cubito en la espalda del muchacho, dentro de su camisa.

Por supuesto Casper no se quedó a esperar reacción, caminó de vuelta a su silla alzando mucho más la voz.

- ¡Es mejor que despiertes y vayas a clases si no quieres que venga por ti un profesor! También si es que quieres que vuelva a dejarte dormir aquí. - Dijo con cierta malicia en su tono de voz y es que sí, aunque normalmente Casper diera la impresión de ser una persona tranquila y de hecho, lo era, también tenía esa chispa particular, la misma con la que ocupaba al tratar con niños en el hospital o ahora mismo con los alumnos. Era una chispa que daba la impresión de ser alguien más cercano, pero igualmente digno de respeto. Algo así como un hermano mayor.

-¡AHHHHHH!- Ese gritó se pudo escuchar hasta el otro extremo de la escuela. ¿Enfadado?¿Cabreado?, era poco para explicar como se encontraba. John se levantó de la camilla gruñendo y tirando algunos objetos que habían en la mesilla al suelo por lo brusco que se movía. - Te voy a matar cabr- No pudo acabar la frase, pues consiguió oír algo bastante interesante que el enfermero había dicho. - ¿Volver a dejarme?, ¿cuando?, ¿como?- ¿Podía volver a dormir?, ¿como iba eso?. El joven estaba extrañado, pero aun así lo del hielo le había tocado las narices. No era una persona vengativa, pero con el sueño de John nadie juega, nadie sale de rositas y le hace una jugarreta como esa.

-Yo también puedo jugar a esas- Se colocó las gafas y se cruzo de brazos. - Si viene un profesor es tan fácil como decirle que me dejaste dormir todo lo que quería- Mentira, todo mentira, John no era así, y si un profesor llegase John asumiría y diría algo como "me colé en la enfermería el no tiene culpa", era un vago y un despreocupado pero no alguien que haría algo tan ruin, pero claramente quería asustarlo un poco haber que decía.

- ¿Ohh? ¿De verdad? - Casper volvió de nuevo a su silla y tomó su libro, fingiendo ignorarlo hasta que el chico se acercó un tanto amenazante. Ya sentado, se giró hacia él con una sonrisa media macabra en el rostro, aunque solo estaba exagerando con tal de intimidar un poco al alumno en cuestión.

- ¿Me estás amenazando John? -Alzó una ceja, un poco irritado.

- Creo que es claro a quien de los dos le va a creer el profesor. Ni siquiera lo pienses. Aunque si quieres intentarlo, adelante, te aseguro que aquí soy el que menos tiene para perder. - Se encogió de hombros y soltó una risita divertida ante la valentía y mal intento de su alumno por salir triunfante de la situación.

-Bien, aprovecha que ya estás en pie y ve a tu salón. No debes perder más clases. Solo te dejaré venir aquí una o dos veces por semana ¿De acuerdo?- Y entonces su sonrisa se suavizó, mostrando al tipo tranquilo y agradable que era la mayoría del tiempo. - Es una buena oferta ¿verdad? -

Irritado, molesto, alterado. Era poco para describir como se sentía el joven, estaba empezando a perder la paciencia, ¿esta podría llegar a ser su primera incidencia?, no pensaba rendirse ante el enfermero, era cierto que estaba en peor posición y probablemente perdería su palabra contra la de un adulto, pero no iba a irse de ahí con las manos vacías.

-¿Quieres que me vaya, cierto?- Dijo el joven con tono de superioridad, estaba interesado en la oferta que le había echo, ¿pero dos días?, eso era muy poco para el joven. Empezó a caminar lentamente de lado a lado, - Muy bien, ni para ti ni para mi, cuatro días a la semana, de lunes a jueves, eso sí, los lunes será el doble- Esa era su contra-oferta, el sabía que no tenía nada que perder, cualquier escusa era valida, y si ese plan llegase a funcionar John podría escaquearse un rato de las clases teóricas.

John se acercó a una de las mesas buscando una nevera o algo por el estilo, tenía la boca seca, - ¿No tenéis agua aquí?- Preguntó el joven mientras esperaba una respuesta del enfermero, no sabía hasta que punto podía ceder en cuanto a días pero dos eran muy pocos para el joven.

- Ahora solo será uno a la semana y si sigues aquí por un minuto más voy a reducirlo a dos veces al mes, si te quedas otros cinco minutos haré que quede prohibida tu entrada a la enfermería incluso si te estás muriendo. - Sentenció con un aura oscura al rededor suyo. Desde afuera era un poco cómico ver como ambos estaban peleando, pero por cómico que fuese la verdad era que Casper estaba realmente enojándose por la actitud altanera de un alumno. No solo tenían que aprender música en la escuela, la disciplina era lo primero que debían aprender para llegar a ser músicos competentes, no, en cualquier área, no solo en la música la disciplina era algo necesario.

Se puso de pie con el libro en la mano y se acercó al chico que demandaba algo para beber. Sin piedad alguna dejó caer el peso del libro sobre la cabeza del chico colocando incluso un poco más de potencia en el golpe.

-¡Si tienes sed ve a comprar algo a la cafetería o a alguna máquina expendedora y vuelve a clases de una vez! - Aunque a simple vista nadie esperara que Casper fuera energético, especialmente por su apariencia, la verdad era que cuando se trataba de regañar a otros, especialmente gente menor que él, daba la impresión de más que ser un enfermero, ser un profesor.

Estaba empezando a cansarse, pero al mismo tiempo se daba cuenta de que tenía las agallas de plantar cara, el le seguía el juego, aunque claramente lo hacía como si fuera alguien el cual estaba por encima. Pero eso era algo que no le gustaba, no solo le seguía el juego, si no que se lo estaba ganando, estaba siendo un pulso bastante difícil para el joven. John no pudo evitar reírse a la advertencia del enfermero, ¿lo estaba tratando como un niño?, ser un alumno no significaba lo mismo que ser un niño.

John no se esperaba el golpe con el libro, este se echó para atrás soltando una especie de quejido - tss, vaya enfermero- Sin duda John estaba empezando a agotar la paciencia del enfermero. Por mucho que le decía volver a clase este se negaba, ¿le parecía aburrido?, dependía de la clase claro esta, la teoría si, era aburrida, pero las clases practicas le fascinaban.

El joven se acercó a la ventana y la abrió de par en par, el viento le dio en toda la cara, era refrescante, este se apoyo hacía delante dejando los brazos apoyados encima de la ventana. Se quedó mirando los pájaros que volaban y los arboles moviéndose por el viento. - ¿No estas cansado de estar aquí encerrado?- , ¿era esto todo una escusa para que no lo echase?, puede, pero desde que había entrado en la academia era de las pocas personas con las que había hablado. Se pasaba las clases de teoría con los auriculares escondidos disimulando. Llegaba tarde a muchas clases, era un poco desastre, y no le gustaba socializar mucho, no era un tipo "amigable", o al menos en esta academia. -Por que yo si lo estoy-. Oliver parecía un pájaro encerrado en una jaula, no tenía alas, y mucho menos la llave para salir.

Casper alzó una ceja, cruzando los brazos y manteniendo el ceño un poco fruncido. ¿El crío estaba intentando meterle un tema de conversación con tal de no irse? Bien, estaba claro que intentar por las buenas y de forma racional era lo mismo que hablar con una pared por lo que no se molestó en continuar insistiendo.

- No estoy encerrado. Y tú tampoco lo estás, tan solo es tu mente convenciéndote de eso. Las cosas son más simples de lo que crees. Si no te gusta la academia entonces busca otra cosa que hacer con tu vida, pero si amas la música deberías esforzarte un poco más, lo suficiente para ganarte un lugar aquí. Hay gente que realmente quiere vivir de esto y que sí, quizás preferirían estar haciendo cualquier otra cosa más divertida que estar en clases en estos momentos, pero están ahí sentados, prestando atención mientras tú estás aquí gastando minutos en nada. Si realmente quieres emprender el vuelo entonces deberías tomártelo enserio y no ser mediocre. - Dijo tan duro como pudiese sonar el regaño de un padre, pero tras sus palabras se sentía cierta preocupación y cierta calidez, pues no cualquiera se molestaría en sermonear a un chiquillo mal educado como ese.

- Van 2 minutos John. - Advirtió y sacó su teléfono móvil. Si el chico seguía negándose a volver a clases la siguiente acción sería sencillamente llamar a algún profesor o inspector de la escuela.