Alnair Celbarai

MOONCHILD: Se denomina en general a la población lunaria, es decir, que sea originaria de cualquier luna de la galaxia, siendo cada "colonia" usualmente distinta de la otra con una rica cultura, dada por su conexión casi espiritual con su lugar de origen, que les entrega poderes de curación y que además los hace naturalmente muy longevos. También cabe mencionar que cada colonia de Moonchild puede tener poderes distintos según el ambiente del planeta que origina estas lunas, ya sea luz, fuego, aire, sombras, hielo, agua, etc. La mayoría posee un gran sentido de cooperación entre ellos y para con los Moonchild de otras lunas, pero claro, existen aquellos que escapan a la regla. Cuando saben que el hacerlo podría ponerlos en peligro a ellos mismos y a sus congéneres, suelen ser secretivos sobre su origen, prefiriendo hacerse pasar por hechiceros y otras razas o clases.

Los moonchild de la luna de Marfa siempre habían tenido algo muy especial. Aquellos considerados bendecidos por la luz estelar poseían una sinergia única; sus voces albergaban una potencia capaz de dominar las energías, las emociones e incluso los pensamientos de los demás.

Eran escasos, pues en la antigüedad fueron usados como potenciadores en las guerras: elevaban el fervor en la batalla, incitaban a los berserkers, desataban frenesí y, en algunos casos, poseían habilidades sanadoras. Se decía que algunos incluso despertaban un impulso kamikaze en los soldados. Estos efectos no solo afectaban a sus propios escuadrones; algunos cantaban para debilitar al enemigo, reduciendo su moral. Y si el adversario también estaba “armado” con otro moonchild de Marfa, la lucha podía transformarse en una batalla de vida o muerte entre ellos. Uno de los dos terminaría sucumbiendo al canto del otro, llevándose consigo su propia vida bajo la fatal influencia de esa melodía mortal.

La época de las guerras ya había quedado atrás, y aunque aquellos a quienes se les llamaba "bendecidos" podrían haberse dedicado a vivir una vida lujosa, dando rienda suelta a sus talentos, la realidad era mucho más cruel y despiadada.

Ser "bendecido" ya implicaba ser algo sumamente raro; su talento era valioso, al igual que sus habilidades. Lo mejor que les podía pasar era ser protegidos bajo el ala de alguien poderoso, pero lo más común era que acabaran en el mercado negro, vendidos para formar parte de espectáculos macabros: “batallas” clandestinas donde, al igual que en los antiguos campos de batalla, solo uno de ellos saldría con vida.

Alnair y su hermano Altair fueron arrancados de los brazos de su madre para ser criados con el único propósito de participar en esos espectáculos. Durante su infancia, fueron forzados a actuar como un dueto, pero al llegar a la adultez, se les obligó a competir de forma individual, con la amenaza de tener que enfrentarse el uno al otro. Para su suerte, antes de que esto ocurriera, un hombre poderoso pagó una considerable suma por ellos. Habían sobrevivido hasta ese momento, siendo campeones y supervivientes en cada una de las peleas en las que participaron. Él había reconocido su gran talento, tanto individual como en conjunto, y veía un desperdicio que se mataran el uno al otro cuando podría sacarles mucho más provecho.

Fueron enviados a la Tierra, a un lugar llamado Corea del Sur, donde su atractivo y talento florecerían pacíficamente. Sus habilidades, sin duda útiles para atraer multitudes, fueron aprovechadas no como armas de control, sino como un producto de consumo interminable para las masas. Serían amados y adorados, vivirían una vida de lujo que jamás habrían imaginado. Así nació su grupo: Vanth.

Sin embargo, Alnair nunca olvidó la vida que tuvo que enfrentar desde que prácticamente nació. Aunque su vida ahora marchaba viento en popa, sin necesidad de cantar para sobrevivir, el cambio fue difícil de digerir. Le resultaba extraño no ver a los demás talentos como amenazas a erradicar, y por más que trató de convencer a su mente de que su presente era real, acabó sucumbiendo.

En ciertos eventos en los que debía cantar junto a otros talentos, cuando sus pensamientos se veían sobrepasados, transformaba su canto en uno fatal que acababa con la vida de esos mismos talentos. Nadie imaginaba la verdadera causa de esas muertes, pero Altair y su nuevo dueño sí. Pronto, comenzaron a circular rumores sobre una supuesta "maldición" que acechaba al grupo Vanth en las redes.

Fue entonces cuando, para calmar las aguas, el grupo fue enviado a Glass City, acompañado de su mánager. Tal vez allí, Alnair finalmente lograría dejar atrás su pasado y adaptarse a su nueva vida.