♦ Stella's ID

Se trata de la tercera hija de la casa Castellini, familia altamente reconocida en Italia por la nobleza en su sangre y su linaje que se remonta desde cientos de años atrás; hasta la fecha han sabido conservar en alto el título de su estirpe, y actualmente también han logrado abrirse paso en el mundo de los negocios, por lo que dinero y prestigio es lo último que le falta a esta familia. Stella es la única mujer de los tres hijos y la menor de todos, por lo que se convirtió en la luz de los ojos de su padre, de allí que fuera bendecida con el nombre de 'Stella' y fuera sobreprotegida tanto por él como por sus hermanos mayores, quienes le llevaban trece y diez años de diferencia respectivamente. Su madre, de origen húngaro y con nobles raíces familiares que estaban a la altura de los Castellini, desde pequeña la instruyó para que algún día se convirtiera en la digna dama que se esperaba de una Castellini. También recibió su educación desde casa hasta que cumplió catorce años, edad en la que fue inscrita en una prestigiosa academia para señoritas en Florencia, por lo que poco o nada pudo conocer del mundo.

Desde pequeña su pasión siempre fue la música, y para ella fue todo un deleite poder contar con profesores particulares y altamente calificados que le enseñaron canto clásico y piano por muchos años... Por desgracia sus padres se opusieron rotundamente a su deseo de estudiar profesionalmente música. Claro que la música era una habilidad que cualquier dama que se digne de su buena cuna debe adquirir, pero existía una enorme diferencia eso a dedicarse por completo a la música, y ellos jamás permitirían que una Castellini viviera de ello. Le hicieron ver que, de hacerlo, arruinaría por completo el buen nombre de la familia y la joven tuvo que ceder en sus intentos y a dejar ir sus sueños. Al fin y al cabo su amada familia era todo lo que ella poseía, y se veía incapaz de renunciar a ellos por más que le apasionara la música. A cambio de ello solicitó al menos poder adquirir sus estudios universitarios fuera del país, para al menos conocer un mundo diferente alejado de todo aquello que ya conocía y le resultaba tan monótono. En eso sus padres no pusieron objeción alguna y la inscribieron en una reconocida universidad en Inglaterra; fue allí donde se graduó en administración de empresas y derecho.

Al regresar a Italia, dispuesta a apoyar en la empresa de su padre y con sus sueños por la música ya muy lejanos, casi olvidados, recibió una noticia que tambaleó todos los cimientos de su vida futura: debía casarse por el bien de los Castellini. ¿El prometido? Un completo desconocido. Nunca antes había escuchado hablar de él siquiera. Claro que, dadas sus circunstancias sociales, era más que obvio que su matrimonio sería arreglado por sus padres, un acuerdo que conveniera a ambas familias y en el que poco o nada podrían opinar los dos que más involucrados directamente estaban. Pero, si bien siempre lo supo, jamás fue consciente de este hecho hasta que la noticia no le fue revelada. No quería... ¡Se negaba a aceptarlo! ¿Pero de algo servía lo que ella quisiera o dejara de querer? No cuando de mantener la nobleza y el prestigio en la familia se trataba. Pensó en huir, en más de una ocasión, pero nunca pudo hacerlo. Sentía que esa era su obligación como una Castellini y nada podía hacer para evitar su destino.

Por lo que, sin haber siquiera cumplido el mes de su regreso a Italia, fue enviada a una extraña y totalmente desconocida ciudad de nombre Glass City. Al llegar allí, le esperaba una nueva noticia. Su prometido, quien al parecer era un inglés con carrera en el mundo de la música, literalmente había huido de su compromiso yéndose de gira por toda Europa. Stella ni siquiera sabía cómo debía tomarse esa información, salvo sentir envidia por el hombre que sí había conseguido dedicarse a aquello que a ella tanto le apasionaba. Terminó por verle el lado positivo al asunto. Parecía ser que ambos estaban de acuerdo en que ninguno de los dos quería aquel compromiso, y si bien tarde o temprano la calamidad tendría que visitarles, por el momento ella disfrutaría de la libertad que se le estaba otorgando. Sin queja alguna se dispuso a tomar las riendas de su vida, buscando empleo en una reconocida empresa de la ciudad, una de las muy pocas que nada tenían que ver con la música o el medio del espectáculo, al tanto que, de alguna forma, veía como consuelo el vivir en una ciudad en donde los sueños por destacar en el medio musical podían hacerse realidad. Sueños en los que ella no puede ser partícipe, por más que lo desee, pero siendo aquello lo más cercano de lo que jamás podría estar a lo que alguna vez fue su sueño.