Tea time [L]

-Como era una de sus costumbres últimamente, salió de su casa para conocer algo más de la ciudad, ya llevaba un tiempo ahí, pero aun no conocía cada lugar y esa era una de sus ambiciones. Se había puesto como meta visitar cada lugar de Glass City antes del final del año, aunque sin que se diera cuenta, el tiempo pasaba bastante rápido y le parecía que no sería suficiente.

Ese día, paseaba sombrilla en mano por una concurrida calle, observando los establecimientos con una curiosidad meramente superficial hasta que llegó a uno que parecía una cafetería, el estilo le llamó la atención, pues habían mujeres vestidas con trajes como la servidumbre. Ella jamás entraría a una cafetería cualquiera, menos con sus exigencias hacia cómo debía ser servido el té y el resto de las cosas que correspondían, pero la hora le hacía ansiar una buena taza de té y quizás algo dulce y el lugar le parecía algo atractivo por su inusual apariencia, quizás esas personas si supieran como servirle el té.

Luego de meditar unos momentos, cerró la sombrilla que traía en las manos y caminó con dignidad dentro del lugar, observando todo con curiosidad disimulada, vio una mesa vacía junto a la ventana y se sentó en ese lugar, le era agradable ver a la gente pasar mientras estaba ahí ya que en Glass city vivían toda clase de personas muy diferentes a lo que ella había conocido antes.

Al acercarse la mesera, su entrecejo se cerró ante la sobre actuada y aniñada actitud de ésta, debía habérselo imaginado, aun así se aclaró la garganta y con voz firme pidió- Quisiera una taza de té negro y unos eclairs, por favor.

La muchacha se despidió con el mismo ademan exagerado con el que había entrado y se retiraba, Camille rodó los ojos ¿Dónde se había ido a meter?

Y sus peores sospechas habían sido cumplidas cuando la muchacha llegó con el pedido. Otra vez una de esas horribles bolsas flotaba en el agua demasiado caliente de su taza, cerró los ojos bastante ofendida y con una voz suave, pero filosa, preguntó- ¿Solo tienen ésta clase de té? ¿No tienen té de hojas? -La observó con frialdad, notando como su fingida y exagerada postura titubeaba por unos momentos.-

-Repentinamente y a su parecer de la nada, escuchó una voz agresiva que se dirigía a ella con un tono de voz por lo demás impertinente ¿Cómo se atrevía? Ella era una condesa y no admitiría tal comportamiento en su presencia, menos de una desconocída, no tenía derecho a hablarle así, de hecho, aunque ella no fuera de la realeza, no le parecía que nadie tuviera derecho a meterse en las conversaciones de otro de manera tan maleducada, aun así, respondería a su pregunta-

¿Acaso usted entra a una tienda de zapatos preguntando si tienen zapatos? -Alzó su mentón y clavó su mirada fría como el hielo que controlaba en los ojos de la otra- ¿Acaso usted entra a una cafetería preguntando cómo sirven el té? De un salón de té me espero solamente una cosa: Una buena taza de té. Y eso no es lo que tengo en frente, si voy a pagar por ésto, al menos si es un lugar especializado como éste me espero que sepan que el té se sirve a 75° C y no más o las hojas de té tanto de ésta extraña bolsa como las delicadas del té de hoja negro, se queman y toman un sabor amargo. Si entrara a cualquier lugar y me ofrecieran un té no me quejaría, pero ésto es una cafetería, por lo tanto se espera que sepan lo que venden. Y luego de la explicación que no tengo porqué darle a una extraña le ruego que no me importune más, yo no la conozco y usted no tiene ningún derecho a dirigirse a mi en ese tono, siga su camino. -Dijo con voz suave pero firme.

Luego se volteó a la mesera para decirle- ¿Podría cambiarme ésto por un café? Pagaré el té de todas formas, pero no me agrada que sea servido de ésta manera - Le indicó, agradeciendo con seriedad con un pequeño gesto de su cabeza y fijó su mirada en la ventana, perdiendo sus pensamientos en la gente que pasaba-

No soy de éste país -Dijo simplemente- Vi gente vestida como la servidumbre y creí que sería algo diferente, pero me equivoqué -Dijo con calma, pero la misma seriedad, no tenía caso seguir discutiendo con una extraña sobre algo como eso, solo esperaba a que su café llegara para poder tomarlo e ir a casa, ya ni siquiera tenía hambre, el suceso recién ocurrido había eliminado cualquier hambre o gana de comer que hubiera sentido.

Volvió a fijar su vista seria en la ventana ¿En algún momento se encontraría con alguien agradable en aquella ciudad? Le parecía imposible, el palacio y todo lo que lo rodeaba parecía cada vez más lejano en sus pensamientos.

Ella volteó emocionada ante aquel dato. ¡Tenían algo en común y eso le emocionó muchísimo! Si hubiera podido brincar de emoción, eso hubiera hecho. Decidió seguir por ese rumbo de la conversación para levantarle los ánimos a la rubia.

- ¡¿en serio?! Yo también ¡Soy de Brasil! Tierra del mejor carnaval del mundo y de la capoeira - exclamó orgullosa de su tierra natal que ya empezaba a extrañar, aunque su espíritu de aventura la hacía querer estar por mucho tiempo en la ciudad - ¿Y usted donde es? ¿que es lo que más le ha gustado de vivir aquí? - pregunto con una inocente curiosidad. - Yo apenas llevo una semana, pero encontré unos parques hermosos para patinar

En su interior había algo que la hacía ponerse paranoica. Sentía que estaba olvidando algo y no sabía que era, solo pudo desear que no fuera nada importante como la tarea o algún papeleo que tenía que hacer de la escuela y ella ni enterada.

-Sus ojos se abrieron con sorpresa ante tan repentino cambio en la actitud de la otra, su ceño se frunció ¿Porqué le seguía hablando si le había resultado tan desagradable? Definitivamente no comprendía qué estaba pasando.

-Mi nombre es Camille y soy la condesa de Silk Palace, en Permafrost -Se presentó de manera formal ya que la otra persona no le había dado la mejor de las impresiones al conocerla- Hasta ahora el poder cantar, solo el poder cantar -Respondió a su pregunta y se quedó algo pensativa ante aquella repentina interrogante ¿Qué era lo que realmente le gustaba de ese lugar?

Como fuera, volvió a dirigir su ventana a la ventana, aunque ésta estaba algo perdida ya que no miraba a los transeúntes, sino que estaba completamente perdida en sus pensamientos hasta que finalmente llegó la mesera con su café y los pasteles que había pedido- Muchas gracias -Dijo con cortesía y comenzó a echarles bastante azúcar a su café, lo revolvió con cuidado de no hacer sonar la taza mientras lo hacía y luego de soplar suavemente dio una probada, al menos el café sabía bien.