Angustias de última hora, minuto y segundo (Privado)

-No te preocupes, Ren... aun si no consigo encontrar algo, está bien, no tienes que culparte por ello –se apresuró a decir- Después de todo fui yo quien salí a última hora a buscar un vestido... –admitió avergonzada, rascando su nuca- “La verdad es que fue una mezcla de dejación y estudios... terminé postergándolo hasta última hora por los exámenes finales y completar varios cursos...” –después de todo, para ella su prioridad eran sus calificaciones y poder graduarse como era debido, por lo que decidió terminar lo importante antes de preocuparse de un vestido. Y ahora que le tomaba el peso a la situación del baile, comenzaba a arrepentirse de haberlo hecho y por otro lado no. Vaya dilema.

-Ni aunque quisiera podría convencerte de lo contrario, ¿no es verdad? –negó con la cabeza, pero sonriente al ver a Ren tan empecinada en aquella idea. Nunca se había visto a sí misma como alguien delicada, o más bien no quería ser vista como tal. Quizás antes podría haber sido así, pero... desde ese entonces que asociaba la delicadeza con debilidad y aquella era una característica que no deseaba poseer. En cuanto a la elegancia, no sabía qué decir, si se hablaba de buenas maneras, siempre intentaba ser correcta y cortés, después de todo así había sido educada en su familia.

-Si lo que dices es verdad, entonces debería sentirme orgullosa –comentó con una amplia sonrisa, no del todo por haber persuadido a Ren, sino que por el efecto que causaba. Al verla con negro sentía que se veía más apagada, decaída, algo que no parecía ir con el gentil carácter que le había mostrado hasta el momento y era por ello que el que usara algo de un color más brillante, más vivo, parecía darle un aire de delicadeza y jovialidad, como si todo en ella sonriera y emanara algo hacia los demás.

En cuanto Ren comentó su vestido hizo una mueca- Tienes razón, buen color, mal vestido... Dios, creo que estoy perdiendo el toque... -¿qué le pasaba? Usualmente no solía tener aquellos problemas para escoger un vestido, ¿sería que la presión le estaba afectando hasta aquel punto?- ¡Dios! ¡Ese vestido se ve precioso...! –su mirada se iluminó en el instante en que se acercó para tomar el vestido, colocándolo contra su pecho para verse con él- ¿Qué tal? Me gusta el color, creo que me lo probaré, dame un segundo... –entró en el probador y se cambió, si bien no le gustaba estar a cada momento quitándose y poniéndose la ropa, aquel vestido parecía valer la pena, tenía un algo que le atraía, pero no podía distinguir si era el color o la forma del vestido en sí. Fuera como fuera, le agradaba.

Salió no mucho después con el vestido puesto, cogiendo uno de los extremos y girando con gracia- ¿Qué tal se ve? Creo que me agrada... ¿qué dices tú, Ren? –preguntó con una sonrisa amplia en su rostro. Por un segundo se sentía de nuevo en casa, preparada para salir al centro del salón de baile para danzar un vals.

Abrió sus ojos, pasmada por el comentario que acababa de hacer Ren- ¿U-una... V-valkyria...? –de entre todas las cosas que podrían usar para compararle o para asociarla, le sorprendió que hubiera escogido una criatura como lo eran las valkyrias, después de todo eran prácticamente guerreras, deidades, a veces relacionadas con cuervos, caballos y cisnes- “Que me compare con seres que deciden quienes viven y quienes mueren en batalla... jeje... ¡no deja de sentirse algo extraño...!”

-O-oye, ¿por qué una Valkyria? –rió suavemente- Es por el cabello largo, ¿no es cierto? Que de nórdica no tengo mucha pinta –comentó mirándose al espejo con curiosidad, ¿acaso lo parecía?- O eso creo... pero aún tengo fe de poder encontrar algo que me vaya... –le había dicho aún estando dentro del probador en tanto se iba acomodando lo que le restaba del vestido antes de salir.

-¿En serio tú crees que se ve bien...? –dijo levantando un extremo del vestido con elegancia, de todos modos con un leve sonrojo en sus mejillas- Quizás pueda quedarme con este si es que me alcanza el dinero... –murmuró para sí- con un buen collar y aretes... algo para el cabello... –se giró frente al espejo para poder mirarse, le gustaba la caída del vestido y la forma en que se ajustaba lo justo a su cuerpo sin llegar a parecer vulgar o fuera de lugar para una fiesta como aquella- Entonces creo que me lo quedaré.... ¿tú qué vas a hacer? ¿Seguirás buscando? Yo puedo ayudarte –le dijo con una sonrisa antes de entrar a cambiarse de nuevo, mirando de inmediato a su alrededor, rebuscando entre las percheras- ¿Y qué tal algo como esto? No son mangas, literalmente, pero puedes disimularlo con alguna bufanda de seda entre tus brazos o algo parecido... –lo colocó frente a Ren para que pudiera verse en el espejo- Yo digo que te sienta bien... te verías delicada y bonita.

Vestido:

Al ver cómo Ren tomaba las cosas de la fiesta comenzaba a sentirse algo exagerada al darle tanta importancia a la misma, pero varios recuerdos de celebraciones de aquel tipo a las que había ido en su infancia o que sus mismos padres hubieran organizado le hacía pensar que todo podría ser serio e importante, relaciones sociales y demases. En esas fiestas todo se trataba de guardar y mantener una buena apariencia como siempre decía su madre, al final debía dar una impresión adecuada. Se encargaría que nadie que se topara con ella luego se olvidara de haberla visto.

—Ah, lo siento, no debí haber dicho esas cosas... –dijo un poco incómoda al darse cuenta que Ren comenzaba a ponerse un tanto nerviosa al respecto. Genial, ahora probablemente había terminado por arruinarle la noche a alguien a quien ya comenzaba a considerar como una amiga– Ah, olvídalo, nos veremos allá y la pasaremos bien, ¿no? No sé bailar mucho además de vals... bueno, y las coreografías de algunas canciones... además tampoco sé qué tipo de música tocarán allí... pero siempre se pueden encontrar otras cosas que hacer, ¿verdad? –intentó animarla en un muy torpe intento, pero con la sonrisa más jovial que pudo darle.

Parpadeó bastante sorprendida al escucharla– ¿De veras trabajas en el sello? Vaya, eso no lo esperaba, ¡te envidio! Mi sueño es que me acepten allí algún día... espero ese día llegue pronto... –la ilusión se veía brillando en sus ojos por su entusiasmo, perdida en su ensoñación– Pero, ¿no sería muy repentino presentarme ahora mismo? ¿No se molestaría tu jefe por no tener una cita? Digo, me encantaría ir ahora mismo, justo no tengo nada más que hacer pero... no quisiera imponerme así como así... –jugó un poco incómoda con su cabello mientras apretaba sus labios. Por supuesto que la idea le encantaba, después de todo no cada día podría ser atendida por un estilista de Merveilles, pero alguien así de importante debería de estar copado de compromisos, ¿no? ¿Por qué habría de recibirla entonces?– Si no es molestia ni tampoco te causa problemas con tu jefe... de veras me gustaría... gracias Ren, en serio te lo agradezco... –le dijo con una sincera sonrisa, conmovida por su gesto. En el fondo sabía que quizás podría traerle problemas con su jefe, pero si aquello llegaba a ocurrir se encargaría de ayudarla si era posible para evitarle cualquier inconveniente.

Se sentía con un poco de envidia, no sabía qué edad a ciencia cierta tendría Ren, pero se veía bastante joven... ¡Y ya trabajaba en el sello!– ¿Guitarrista? Debe ser emocionante trabajar en el sello... –dijo un tanto ensoñada, ya casi imaginándose cuando debiera de ser su turno para atravesar las puertas del famoso salón de audiciones– Oh, ¿apenas comienzas? ¡No importa! ¡Al menos ya estás adentro! Quiero decir... –se atrevió a colocar su mano sobre el hombro de Ren– Estoy segura que te irá muy bien y luego hasta te veré en las portadas de diarios y revistas, ¿qué dices? Luego será mi turno y tú vas a verme –dijo con bastante entusiasmo– Será una promesa... –sentenció con seguridad en sí misma, casi como si aquello fuera una certeza– ¿Quién sabe? Quizás algún día cuando sea vocalista podamos hacer una canción tu y yo... aunque soy pésima componiendo, je... –se rascó un poco un mejilla con algo de vergüenza.

—¿Delta? ¿Así se llama tu jefe? –le extrañaba oír un nombre artístico así, claro, si es que lo era. Pero lo que le preocupaba era escuchar que siempre estaba molesto, ¿y si Ren terminaba en problemas por llevarle de esa manera sin anunciarse y encima sin una cita?– ¿Estás segura...? En serio no quiero causarte problemas... si dices que siempre está de mal humor... –hizo un par de muecas con sus labios– No sé qué tanto se le vaya a pasar el mal humor por verme... pero si insistes tanto... sé que no podré convencerte... está bien, te esperaré en la caja para apartarte un lugar y luego tomamos el metro, me adelanto –le dijo y tras eso se dirigió hacia la fila que sobresalía de la caja mientras cargaba su vestido y de camino devolvía los que ya había tomado.