¿Quisieras ir conmigo?[Mine]

Los largos dedos de Lucien entrelazados con los suyos simbolizaban todo lo que ella necesitaba. Permanecer atada a él, justo de esa forma. Le devolvió la sonrisa, manteniendo intacto el intenso rubor en sus mejillas. Se sentía llena, colmada de una satisfacción prohibida que la rendía a los pies del ángel oscuro. Tenía su atención, aún cuando fuera por unos pocos minutos, y esto era suficiente para brindar un propósito a su insignificante existencia. Los golpes, las desgradaciones, el miedo... Todo eso parecía formar parte de un pasado indeseable y lejano cuando Lucien le besaba de esa forma, cuando asumía el rol del príncipe encantador.

Pero no es tal... Lo sabes, ¿verdad?

Un pequeño atisbo de sensatez predominó en aquél instante, haciéndole recordar. Había tenido problemas para asumir la realidad, pero actualmente la imagen del ángel dominado por sus propios pecados poseía una belleza inigualable. Ya no le molestaba verse consumida por él, lo aceptaba. Él le sonreía otra vez como el galán que era, y Mine se limitó a entrecerrar los ojos con expresión enajenada. Quería detener el tiempo y conservar ese momento para siempre, aún cuando este fuera una cruel ficción, un absurdo cuento de hadas.

– Mi vestido será... – dijo en un murmullo, para entonces declarar: – ...de tu color favorito. – Decidió sin más, curvando sus labios en una sonrisa ligeramente sugestiva, llena de dobles intenciones. Según los datos recolectados por sus informantes, los colores preferidos del pianista oscilaban entre el azul y el violeta, y aunque no estaba segura de cuál escogería eso poco le importaba. Se adaptaría a la justa medida de Lucien, cual perfecta muñeca creada bajo los designios de su dueño.

En cuanto al lugar de reunión, Mine se mostró visiblemente turbada al pensar en ello.

– Uhm... No será adecuado que nos veamos en mi hogar... Es seguro que mi padre querrá presumirme con sus colegas en el banquete de año nuevo que organiza mi familia... – le explicó pensativa, aunque no era ningún secreto que después de esa reunión social iría al baile de Merveilles Records. De hecho, contaba con que su padre se las arreglara para conseguir a la peluquera familiar en caso de que el señor Wyatt tuviese la agenda demasiado ocupada. – ¿Qué te parece si yo voy por ti? – Preguntó al muchacho, ligeramente incómoda al imaginar una posible negativa.

Charles aceptaría llevarlo, él auténticamente deseaba la felicidad de Mine, pero estaba claro que si hacían una parada por la mansión Luarent, Lucia se animaría en venir y eso implicaría traerla con ellos en el viaje. Vaya, eso no era una muy buena idea después de todo...

Los pequeños sonidos casi caricaturescos al reír me daban una idea de que seguramente Mine estaba pensando en algo más de acuerdo a su verdadera personalidad. No tenía idea de lo que era, pero ¿quién era yo para juzgarle? Sobre todo porque seguramente era algo relacionado a su ser egoísta.

Novia. Lucien le había llamado novia otra vez.

«¡No me canso de oírlo!» Pensó extasiada momentos antes de que el muchacho acortara significativamente la distancia entre ambos. Mine se perdió en sus ojos y se dejó hechizar por cada uno de sus elegantes movimientos. Las expresiones de su amado eran más seductoras de lo normal, ¿estaría pensando en algo indebido? Esta idea provocó que la joven reviviera instantáneamente lo sucedido en la mansión Sagan, recuerdo que encendió su rostro en un acentuado rubor.

Como leyéndole el pensamiento, Lucien la besó. Sus lenguas se enredaron durante un instante, un gesto breve y sensual que consiguió despertar en Mine todo tipo de sensaciones. Entre ellas, el anhelado deseo de ser tomada por él. «Perdóname. Soy una mujer sucia, tan banal como cualquier humana. Si me tocas así solo puedo pensar en hacerlo contigo...» se decía en su fuero interno, consciente de lo ambiciosa que estaba siendo. Una vez se separaron, su mente había sido drenada de cualquier pensamiento que no involucrara a Lucien. Él era su todo, su más absoluta y permanente obsesión.

El susurro posterior del muchacho solo acrecentó el deseo, pero Mine decidió simplemente callar y asentir. Sería solo suya. Eso era un hecho.

— A... A decir verdad no especificaron el motivo de la llamada... — tartamudeó, conectándose otra vez con el tema en cuestión. Por un momento había olvidado que en cualquier momento llegaría Charles. — También espero que este asunto se solucione pronto. Si no me han llamado por eso, quizá sería buena idea pedir alguna recomendación al señor Vosuet... Aunque no he hablado mucho con él...

En ese mismo instante Mine reconoció el auto que venía a recogerla. El viejo mayordomo aparcó en la acera más próxima al mirador, descendió del vehículo para abrirle la puerta a la joven heredera y saludó a Lucien con un humilde gesto.

— Bien, supongo que es hora de partir... — murmuró entonces, incorporándose de su sitio en el acto. Le fue difícil disimular la tristeza que le provocaba dejar a su novio. — Te contaré cómo me va. ¡Mucho ánimo con la escuela! — Agregó forzando una sonrisa para luego robarle un beso discreto. — Te amo, Lucien...

Aquél último murmullo simplemente escapó de sus labios, no fue algo que meditara demasiado pues para ella esos sentimientos eran evidentes. Tras esto, Mine volvió sus pasos a toda velocidad hacia el vehículo que la esperaba y se ocultó en el asiento trasero. No quería escuchar la respuesta de Lucien. Tampoco quería verlo reaccionar. Estancarse en esa relación estaba bien. No esperaba avanzar más que eso.

Una vez dentro del auto, Charles se despidió del muchacho y condujo hacia Merveilles Records. Mine no habló en todo el trayecto.

Cuando Mine se refirió al director y dueño de Glass city sintió verdadera envidia. Nunca lo había visto en vivo más que en uno de los discursos cuando había ingresado a Musette.
Secretamente era fan de su trabajo desde que en algún momento su tutor trajo un dvd de una de sus tantas obras. Que increíble sujeto!

Pensar que Mine podía así, sin más agendar una cita con él para pedirle consejo era algo que ponía a Lucien con sentimientos casi de un niño de 5 años. Guardó silencio y sonrió, consiente de que su fanatismo no debía salir a la luz, o no, claro que no.  

Para su fortuna el mayordomo no tardó en llegar, sacándolo de sus celos rápidamente.

Lo que venía a continuación no era algo que simplemente podía imaginarse pues la escena en si misma le descolocó increíblemente haciendo que sus labios se separaran levemente(casi imperceptible) y pestañeara suavemente unas cuantas veces. Ahora en este instante lo entendía bien...eran novios, no era solo por un simple capricho o un juego predispuesto. Mine sin ningún tipo de tapujos habló sobre sus sentimientos y si bien Lucien le había escuchado decir "te amo" cuando eran pequeños este era completamente distinto. Este era uno incluso más adulto y profundo...se sintió asqueado