Fluyendo entre notas [Priv. Aria Ainsley]

Era un hermoso día y Cyril había caminado durante todo la jornada buscando un lugar en el cual pasarlo y sin darse cuenta se le había pasado más de la mitad de la tarde en caminatas errantes, cargaba sus únicas pertenencias que eran su preciado violín y su guitarra, una en cada mano, de pronto ante él apareció un hermoso lugar, en todos sus paseos había visto muchas cosas alrededor del mundo pero no recordaba si había entrado a un lugar como ese, un hermoso acuario.

Cyril no dudó en entrar, casi corría y su emoción era evidente en sus ojos, no tenía la mínima intención de demostrar lo contrario, era la primera vez que entraba a un lugar así, estaba hasta más emocionado que muchos niños que a esa hora acudían al lugar, se movía rápido y abría enormemente sus ojos admirando todo. Al poco rato de caminar por el lugar y maravillarse con los estanques uno en particular llamó su atención, habían preciosos peces tropicales adornando un hermoso coral y arenas blancas, un festival de colores que emocionaron al tope a Cyril, entonces tomó la determinación de hacer algo un tanto alocado para como es él generalmente, dejó su guitarra en el suelo y sacó el violín.

Haciendo un ritual de limpieza y afinación de su instrumento se preparó a tocar y murmuró - No sólo te divertirás de noche querido Cyril - Y una larga sonrisa brotó de sus labios, luego de eso comenzó a tocar como si nadie ni nada le importara.

No era la primera vez que visitaba aquel lugar, al caminar por entre los pasillos del acuario pasaba sus manos por el vidrio que le rodeaba, pareciendo estar completamente envuelta en agua, llenándole de paz en conjunto con los sonidos provenientes de los parlantes que daban la sensación de estar bajo el agua, hasta incluso era capaz de sentir como si flotara en medio de aquel lugar.

Desvió su atención hacia una parte donde parecía que los colores flotaran en el agua: veía peces león, peces loro, payaso, cirujanos, doncellas bilunares y miles más de los cuales en absoluto conseguía recordar el nombre. Se volteó, buscando algún indicador que pudiera decirle hacia dónde se encontraban los delfines, siempre le gustaba hacerles señas con la mano y ver lo juguetones que eran.

Para cuando ya estaba retomando su marcha, una melodía llamó su atención, lánguida pero pero de un tono brillante, era definitivamente y sin lugar a dudas la cuerda de un violín. Cerró sus ojos para poder oírle mejor y así poder saber de dónde provenía aquella música, dado que no parecía venir de los parlantes. Siguió la melodía por entre los laberínticos corredores del acuario hasta ver a un joven que era el que tocaba, mirándole desde lejos para no interrumpirle, ¿acaso estaría tocando por diversión y aporte monetario voluntario? Rebuscó entre su bolsillo algunas monedas que traía consigo y se le acercó, dejándolas a sus pies en el estuche del violín- Por favor sigue tocando, suena muy bonito aunque sea tan triste -comentó con una leve sonrisa en su rostro.

Cyril estaba sumido en la paz y armonía a la que sus notas lo hacían ir mientras tocaba, de pronto un sonido lo hizo salir de su trance, alguien había dejado caer monedas en el estuche de su violín, abrió los ojos de golpe, a su lado se encontraba una hermosa chica de un cabello largo rubio y pálido, sus ojos azules estaban fijos mirando y una linda sonrisa se dibujaba en su rostro mientras ella admiraba lo que él hacía.

Aunque Cyril odiaba ser interrumpido por una razón más que justificada de su infancia, entendió que el había propiciado el mal entendido y se agachó para coger las monedas y tomó la mano de la chica devolviendo las monedas que ella le había dejado.

Las melodías por si mismas no tienen un fin sentimental, sólo quien las compuso sabe el sentimiento que le dio en ese momento, a veces nosotros asociamos cierta conjunción de notas con sentimientos, pero no es necesario que esta sea triste o alegre, yo sólo dejaba volar mi imaginación con una pieza musical - mientras hacía esto miró el estuche y lo cerró con el pie - No estoy acá para tocar por dinero, agradezco mucho que mi interpretación sea de vuestro agrado a tal grado que pagues por él, pero sólo me dejé llevar por el momento, mi nombre es Cyril Dankworth y estoy aquí hace poco, recorría la ciudad y quise tocar en este apacible lugar.

Luego de eso le sonrió a la chica, puso el violín en su hombro adoptando la posición para tocar - Te regalo esta pieza - Y sonriendo pícaramente comenzó a tocar.

Spoiler:

Miró sorprendida al joven, un tanto sobresaltada por la forma tan repentina en que había abierto sus ojos al momento de dejar caer las monedas en su estuche. Se incorporó rápidamente para mirarle entre curiosa y temerosa, creyendo que se molestaría, dada la forma brusca en que había dejado de tocar. Estaba a punto de esbozar una disculpa, pero el joven de cabello anaranjado le tomó las manos y le devolvió las monedas, causando en la joven una expresión de confusión, haciendo que arqueara su ceja.

-Sí... -se limitó a responder ante todo lo que decía, algo perpleja. Era primera vez que oía a alguien hablar de semejante manera sobre la música, tan poética y hasta incluso profunda- Ya veo, perdón si fue una ofensa.. -se apresuró a decir al reaccionar un poco- La verdad nunca me imaginé que alguien tocaría aquí, no es un lugar muy usual, supongo...

Viendo que se colocaba sin esperar el violín en su hombro, decidió dar un par de pasos atrás para darle su espacio a modo de respeto y para disfrutar mejor de la acústica de esos cerrados pasillos.

-Czardas... -murmuró para sí en voz sumamente baja al reconocer la melodía, cerrando sus ojos para acompañarse de movimientos de cabeza al ritmo de la música, como si así pudiera captar mejor el sentimiento, incluso hasta llegando a sonreír en el momento en que la canción adoptaba su tan característico tono juguetón.

La chica respetó muy tranquila y animada la interpretación de Cyril, cuando dejó de tocar la segunda canción él guardó su violín y se acercó al vidrio, posó una mano en él y comenzó a decir:

Este lugar es perfecto para encontrar la inspiración, para dejar volar la imaginación y sacar a flote los instintos a través de la música, tú... ¿Qué opinas? - Y haciendo un movimiento lento comenzó a sacar su guitarra. - ¿Haz sentido ese deseo de que lo que haces no termine nunca?¿De no caminar más y quedarte en un lugar pues tu alma descansa?, bueno acaba de pasarme, es hermoso y me pasó a mi.

Cyril continuó sacando su guitarra y se sentó en el suelo, mientras miraba a la chica comenzó a afinar su instrumento y continuó - Continuaré tocando hasta que este lugar cierre, espero no sea muy tarde en la noche, a veces en las noches salen criaturas poco amigables consigo mismas -rió, como si tratara de conversar consigo y luego miró a la chica - Dígame, ¿Le gusta mi música señorita?

Dicho esto, el joven comenzó a tocar y clavó su mirada en la chica y para terminar le hizo un gesto para que ella se sentara junto a él, mirando el cristal donde la fauna hacía lo propio como en un baile interminable.

Spoiler:

-Es cierto, como pareciera que se está bajo el agua, realmente te sientes allí, pareciera otro mundo... te olvidas por completo de lo que está allá afuera.. -comentó medio para el joven y medio para sí misma- Y la música realmente es una muy buena instancia para dar rienda suelta a la imaginación... -dijo, apoyando su espalda en el vidrio del acuario opuesto a donde se encontraba Cyril mientras éste se disponía a sacar su guitarra de su estuche, lo cual le hizo preguntarse con cuántos instrumentos cargaba en ese momento, aunque sólo parecían ser el violín y la guitarra, nada más- Sí... creo que he sentido eso muchas veces... al cantar o al tocar piano... -suspiró y cerró los ojos, como dejando salir todos los pensamientos de su mente- Sí... comprendo...

-Y por cierto... -se volteó a mirarle al darse cuenta de algo- Mi nombre es Aria... lo siento, con la música y todo olvidé presentarme también -dijo aun apoyada contra el vidrio- Y realmente me sorprende que no te hayan echado, en muchos lugares no aceptan a gente tocando... debe ser que a todos les ha gustado -comentó sonriendo suavemente- Sí, me gusta mucho el violín, sea quien sea que lo toque o lo que toque me agradará, nada personal -le respondió, cerrando suavemente los ojos hasta que captó la invitación para sentarse a su lado, encogiéndose de hombros y aceptando, apoyando su espalda contra la pared al sentarse a su lado, cerrando sus ojos para disfrutar de la melodía de la guitarra y de la voz del joven.

-Claro que canto –dijo con tranquilidad- Suelo hacerlo seguido, después de todo quiero ser vocalista algún día en Merveilles... –comentó casi para sí misma, como si se recordara su meta, manteniendo su espalda apoyada contra la pared y asintió con la cabeza- Eso es cierto... muchas veces hay cosas que no pueden expresarse solas con la melodía o la voz, en algunos casos una depende de la otra para poder comunicar algo mayor y más intenso.

Se sorprendió un poco por el hecho de que se acomodara frente a ella, no creyéndolo del todo necesario- En serio me extraña que nadie nos haya echado... –comentó mirando hacia todos lados- Normalmente no suelen permitir cosas así en lugares públicos, en una plaza sí, por razones obvias... pero... ¿un acuario...?

Ante el cambio de tema se volteó hacia él para contestar- ¿Improvisar? ¿En canto? Bueno... creo que nunca lo he hecho, he improvisado cuando toco piano, pero... –negó definitivamente con la cabeza- No, nunca... pero... no creo que esté malo intentar... sólo... no esperes nada decente...

Le agradaba la canción, le recordaba a una noche oscura pero suavemente iluminada por la luna, contemplando una a una las estrellas que iban apareciendo y luego se iban apagando con la oscuridad de la noche que se cernía en su imaginación, un tanto incómoda por no saber la letra y tener que inventar a algo, no teniendo nada mejor que cantar que unos suaves “la la” y unas vocalizaciones que a cualquiera recordarían a un aire gitano o flamenco o de la ambientación del soundtrack de una película.

El castaño continuó tocando, muy por el contrario de guiar a Aria el siguió a la chica con su voz, le comenzó a armonizar con la propia. Cuando la canción terminó él dejó rápidamente la guitarra en su estuche y se paró ofreciendo su mano a ella para pararla.

Me sorprendiste, de verdad que lo hiciste... tienes un gran futuro y de verdad que lo tienes, estoy convencido que podrás llegar lejos en el sello -ríe un poco- Si me aceptaron a mi, no te será difícil a ti.

Al terminar de hablar se acomodó un poco la ropa y continuó guardando sus instrumentos, se había cambiado totalmente su rostro, comenzaba a preocuparse, un aura de sugestión le atrapaba y él trataba de disimular todo lo posible su preocupación, pero era evidente, cada dos minutos veía su reloj y miraba a todos lados, como buscando una salida.

Se está haciendo tarde, no sé realmente a qué hora nos vengan... - Dudó el cómo terminar la frase y volvió a arreglarse y mirar su reloj- Creo que no es bueno que estemos aquí cuando se haga tarde -Se acomodaba con cada palabra la camisa a la altura del cuello, y había comenzado a sudar un poco, su cara realmente decía que algo había pasado, o iba a pasar y él estaba demasiado preocupado.

En serio creo que lo hiciste maravilloso -sonreía nervioso- Espero poder seguir tocando y acompañando esa dulce y hermosa voz que tienes - Apoyó sus manos en el vidrio del acuario y le dio la espalda a ella- De verdad me haz dado un mágico momento a vivir, en serio gracias -Se volteó para sonreír de una manera amena y pacífica- Espero poder volver a repetirl... -Antes que pudiese terminar él llevó su mano al pecho y aceleró su respiración- E-está... p-pasando -Con un leve hilo de voz hizo el último comentario- Debo irme... no está bien qu.. -Sus ojos cambiaban de color y se oscurecían, trató de caminar pero dejó atrás sus instrumentos, a los pocos pasos cayó de rodillas, pasó su manga por su frente y luego hurgó en su chaqueta, sacó una pequeño envase típico de alcohol y bebió un largo trago- Ahh~ it's my time! -Su voz se escuchaba más seria y grave, se levantó y se dio vuelta para ir por sus instrumentos a paso firme y rápido, sus ojos estaban clavados en los de Aria y una sonrisa malévola le consumía el rostro.

Le devolvió una sonrisa a Cyril una vez hubo terminado con la canción- No creas... si no hubiera sido por la melodía de tu guitarra no habría sabido qué improvisar... así que... quizás fue algo compartido... ¿trato hecho? –preguntó con suavidad como si desde un inicio hubieran hablado de alguna especie de compromiso al respecto, aceptando de buen grado la ayuda de su mano para ponerse de pie mientras hablaba.

-Bueno, pues espero así sea... –dijo con algo de pesar, bajando su mirada al tener su mente llena de dudas- Si no me aceptan vendré directamente a cobrarte la palabra a ti, ¿lo has entendido...? –hasta lo había dicho de una forma un poco más seca y arisca de lo que solía hablar normalmente, tal era su seriedad respecto al tema, dentro de la broma que ya de por sí estaba haciendo. Se sacudió con suavidad sus ropas y miró a Cyril- Repito, tú también tienes mérito, tú y tu guitarra, claro... no me molestaría volver a tocar contigo en otra oca... oye... ¿te encuentras bien...? –preguntó con preocupación al acercarse a él, siendo más que obvia la expresión de dolor en la voz del otro- “¿Acaso estará teniendo un infarto? Dios, no... si me ven así con él, ¿creerán que yo no fui la culpable de que le pasara algo...? Ay, dios... ¿qué hago...?” ¡Cyril...! Oye... -Su angustia se acrecentaba a medida que pasaba el tiempo, desesperándose al no saber qué hacer, aunque su expresión cambió a una de desconcierto tras ver que se ponía de pie casi como si nada para... ¿beber alcohol? ¿En serio?

Arqueó su ceja con confusión y algo de temor por el grito que lanzó a los cielos de la nada. ¿Era idea suya o sus ojos eran más oscuros ahora? No, seguro era por la iluminación, ¿no?- Uhm... ¿Cyril...? ¿Estás... bien...? –No... algo andaba mal, algo se sentía distinto... su voz, ese... algo, esa aura que emanaba, no era la misma del chico con el que había estado hablando hacía tan sólo unos minutos, sumado a aquella sonrisa que no le hacía sentir nada segura. Por precaución dio un par de pasos hacia atrás, manteniéndose alerta en caso que debiera marcharse precipitadamente.

El pelinaranjo se dejó caer nuevamente sobre sus rodillas muy pesadamente, una de sus manos fue a dar justo en el pecho, el brusco movimiento le voló alguno de los botones de la camisa dejando por primera vez entrever un collar que le decoraba entre los pectorales con una delgada pero firme hebra de cuero que sujetaba muy firmemente un puntiagudo pero robusto trozo de cuarzo blanco. Los delgados dedos del chico fueron a dar a él y mientras su respiración volvía a agitarse se aferraba nuevamente al amuleto mientras murmuraba, su casi descubierto pecho brillaba con el sudor que le emanaba por el trabajo que le significaba, forcejear consigo mismo.

Luego de algunos instantes, que para él fueron eternos, se incorporó nuevamente, era otra vez el apacible y pacífico muchacho de hace un rato, aunque su vista prefería deslizarse desde la chica a la salida.

P-Perdón, no quise asustarte, es sólo que...- No había ni pensado en la escusa y ya tenía que salir desde su lengua algún pretexto a tan extraño comportamiento, pero ¿Qué diría? Si ni él sabía lo que le pasaba. Me sentí un poco mareado, es todo, no pasa nada...- Una delgada gota de sudor le decoraba la cara, y su vista aún perdida evitaba los ojos de la chica.- ¿Tu estás bien?, creo que mejor...m-me voy.- Sea lo que fuese que estaba pasando, ese era el peor momento. Sus transiciones entre personalidades eran muy insignificantes y nunca habían tenido una conducta más que sólo el sentir un par de "necesidades" más de lo debido.

En ese momento, mucho ruido le estremecía la cabeza, escuchaba murmullos algunos escalofríos le recorrían el cuerpo y volvía a sudar. Ya no lo podía controlar más, y era evidente que si no era como todas las veces anteriores, podría ser peligroso hasta para la joven Aria, quien había decidido retroceder de él para mantener la distancia, en serio él la estaba asustando y cómo no, si hasta él lo estaba. Su boca volvió a abrirse muy poco para balbucear algunas palabras inaudibles y sin un fin aparente, eran murmullos, qué murmullos, intentos de hablar, no era ni un idioma, nada, sólo aire con sonido que salía de su boca; el sudor se intensificaba y sus ojos volvieron a cambiar, pero él no sentía el cambio aún y sin darse cuenta dio dos zancadas ágiles hasta la chica, cuando estuvo dentro de su espacio personal sólo se desplomó sobre ella abrazándola como nunca antes.

S-Sá..came de a-aquí.- Murmuró mientras exhalaba un gran suspiro ahogado por sobre el hombro de la chica, algunas lágrimas brotaron de sus ojos y se quedó ahí, sin apresar a Aria, pero dándole un muy fuerte abrazo.- Sá-sácame d...

Se alarmó bastante con la tan repentina caída de Cyril al suelo y la forma en que su camisa se abría tan bruscamente, preocupándole que pudiera estar sufriendo alguna especie de ataque o dolencia, por lo que se acercó un poco más, movida por la consternación de comprobar el esfuerzo que le estaba suponiendo al joven, aun así algo más aliviada de ya verle como antes.

–No importa, está bien... –le dijo para indicarle que en realidad no era un problema del todo- ¿Seguro que fue sólo un mareo...? No te veías del todo bien... ¿no preferirías ir a un hospital? –miró a todos lados en busca de algún guardia- Quizás afuera tienen alguna ambulancia en caso de emergencia... –se mordió los labios, sabiendo que si aparecía un guardia tampoco los trataría del todo bien, probablemente- ¿Qué? ¿Yo? E-eso no importa, tú no estás bien y no te puedes ir a ninguna parte en ese estado... –comenzaba a alarmarse un poco al no saber qué hacer, por lo que llevó su mano a su bolsillo para tantear en busca de su celular con intenciones de hacer una llamada a emergencias, sólo así podría quedarse algo más tranquila, aun si la situación en sí la tenía algo incómoda, inclusive alerta, pero si no fingía no podía dejarle solo allí.

–¿Cyril? –se detuvo un instante al notar sus esfuerzos para hablar- Se acabó, c-creo que voy a llamar a una ambulancia... –sacó finalmente su teléfono, bajando su mirada unos instantes para poder desbloquear la pantalla y acceder al menú para poder teclear los números necesarios, pero antes que pudiera realizar dicha llamada, y antes que se diera cuenta de ello, estaba entre los brazos de Cyril, lo cual no le hacía sentir menos incómoda ni preocupada al respecto, ¿qué debía hacer?- Ah... e-eso estoy intentando... –hasta ella misma comenzaba a angustiarse, algo contagiada por el leve sonido de los sollozos de Cyril y de percatarse que estaba llorando- Si tan sólo me dejas llamar una ambulancia... anda, vamos, salgamos de aquí... –intentó como pudo zafarse de su abrazo en vano, por lo que comenzó a caminar así significara arrastrarle consigo a duras penas, con intenciones de llevarle hacia la salida, esperando no le importara dejar sus instrumentos allí.