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Mensaje por Eiji Mitsuo Vie Oct 11, 2013 12:56 am



Eiji Mitsuo




Datos básicos


Nombre: Eiji Mitsuo
Categoría: Vocalista
Atsushi Sakurai:
Edad: 19 años
Tendencia: Pansexual

Descripción Física


Mide alrededor de 1.75, pesa 68 Kg. De contextura media delgada, sin embargo, bien formado de brazos, los que son bastante fuertes. De tez bastante pálida y bolsas bajo sus ojos, aunque sutiles, producto de la anemia constante con la que vive.

Su cabello es negro con reflejos púrpura que se pronuncian en la luz. El color de sus ojos es oscuro con un reflejo granate, también dependientes de la luz del ambiente. Tiene el ojo derecho dañado y disfuncional por lo que prefiere mantenerlo tapado con vendajes o parches ya que la vista de por si no es grata para nadie con quién se cruce en la calle y pese a que no le acompleja en absoluto, no es que busque miradas de desagrado simplemente por que sí. Su ojo izquierdo tiene un daño leve, presentando problemas sutiles a la visión y al lagrimeo. La sensibilidad de su cuerpo tampoco es muy buena, exceptuando sus manos y cabeza, no quiere decir que no tenga percepción sensorial, sin embargo, si hay que definirlo, se diría que tiene una mayor tolerancia al dolor. Las vendas en su cuerpo no son más que el reflejo de prácticas sadomasoquistas y la autoflagelación a la que se confiesa adicto, si no lleva heridas (lo cual es muy poco probable), no usará las vendas sin razón.

Su vestimenta suelen ser camisas oscuras y pantalones negros de tela o cuero, si anda de humor lo verán vestir su chaqueta favorita. Jamás lo verán en un extremo elegante o demasiado despreocupado. Cuidado, pues siempre en sus ropas lleva al menos su punzón y algún otro elemento corto-punzante.

En su espalda conserva una gran cicatriz que le cruza oblicuamente y por diversos lugares de su cuerpo hay pequeñas marcas dejadas por su tendencia. No es raro verle más de una herida reciente en el cuerpo, puntos o parches son comunes en él, tanto como su propia piel.


Descripción Psicológica


Es un tipo que caería como una patada en donde más duele, no le gusta la concurrencia de gente y mucho menos el bullicio de la multitud. La única clase de bulla que disfruta son gritos, suplicas o gemidos. Irónico por excelencia, hiriente, egoísta, desinteresado por el mundo y a veces hasta de sí mismo y aun así, se autodefine como alguien sencillo en su propia lógica.

Es bastante astuto y hasta un poco manipulador. Le encanta ver las reacciones de los demás, en especial cuando se relacionan a sus propias acciones, el comportamiento de los seres humanos es una facinación que a primeras no admite. Acumula fetiches y parafilias por experiencia y se jacta de esto sin problemas. Para él no existe dios ni religión, verdad absoluta o leyes morales. Solo su egoísta forma de ver la vida, sin empatía por nada ni nadie.

Un sadomasoquista de pies a cabeza, asumido y orgulloso. Le encanta ya sea provocar dolor en aquellos que le son “interesantes” o recibirlo de vuelta de los mismos. Su adicción al dolor tiene variados orígenes. Pero su propia personalidad y desinterés por todo es lo que le hace motivarse con las cosas que son un morbo o un tabú para los demás. Por supuesto, no es una máquina, por lo que en más de una ocasión ha ido a parar al hospital por excederse en sus prácticas. No es alguien que ande en riñas callejeras, pues las considera una pérdida de tiempo y un mal pretexto, pero claro, las observa con gusto esperando ver al menos un hueso roto o una puñalada en alguno de los implicados. Le excita la sangre, sin embargo, no es como un gótico aficionado que busca llamar la atención o resaltar con particularidades, sino que sus gustos, generalmente, los guarda para su propia intimidad, de hecho, no practica el sadomasoquismo con cualquiera, ni tampoco pierde la cordura con facilidad cuando del tema se trata.

Siempre está pendiente de su higiene al grado de ser casi maniático exceptuando las manchas de sangre. No le gusta el desorden y para él cualquier cosa siempre es desechable, incluso, aunque no tenga los medios para volver a hacerse con algo.

Ciertamente no tiende a la depresión, por el contrario, detesta a la gente que parece vulnerable, débil y patética. Prefiere ignorarlos antes de darse la molestia con quien a su criterio no vale la pena. Basta sacarlo de sus casillas para tener a un sádico a toda potencia, pero cuando excede este límite su personalidad cambia radicalmente pudiendo llegar a perecer tan dulce e inocente como un niño, tan meloso como un gato, o a veces un poco “ido”, pero es esta su faceta más peligrosa ya que está fuera de si mismo y no es tan conciente de sus deseos ni acciones.

No está acostumbrado a llorar y el defecto en sus ojos se lo hace realmente difícil aunque fuera su opción el hacerlo, es por ello que, en esos pocos y exceptuantes casos cuando se angustia, suele ahogarse y desesperarse por la opresión que se genera en el pecho como si sus pulmones no se pudieran expandir bien, aunque esto no ha pasado desde hace ya varios años.


Gustos y Disgustos


Gustos: Le gusta la sangre, el dolor, el BDSM (bondage y sadomasoquismo) entre varios otros fetiches. Le gusta la humillación ajena, los chicos, las chicas, arriba, abajo, los objetos corto punzantes, la música (Rock especialmente), las personas de cabello negro por sobre el resto, el cabello de por si (el suyo y el de los demás). Tener sexo, tener juguetes sexuales, la higiene y las personas ingeniosas, creativas, sensuales y audaces.

Disgustos: La debilidad, el ruido, los chicos demasiado “buenos”, el llanto del resto y la desobediencia, la falta de experiencia en el "trabajo". Olores empalagosos, el olor a carne (humana) quemada, la monotonía.

Historia


Eiji fue un niño un poco morboso desde siempre, de esos que por gusto diseccionaría ranas, de esos que no sentía nada ni al ver a un gato muerto en el camino, ni a una persona siendo atropeyada. Desde siempre, todo le pareció aburrido e indiferente como si la vida misma para él no tuviera un gran valor.

Fue un adolescente rebelde más, jamás destacó por sus notas en la escuela o por su personalidad. Era un sujeto retraído, inteligente, pero macabro, capaz de idear las peores "bromas" y los más raros "accidentes" para cualquiera con quién le diera la gana.

Su situación económica no era la gran cosa, solo una familia más de la media conformado por su padre, un alemán, hombre de negocios, su madre, una mujer japonesa muy arraigada a las costumbres, y él, una mala combinación de defectos y virtudes peculiares que se considerarían, poco útiles. Esa "normalidad" duró hasta su adolecencia, cuando su padre comenzó a viciarse con tres cosas inútiles: El trabajo, el dinero y el alcohol. Su madre, por otra parte, era la típica mujer que hace de las apariencias su vida, incapaz de entender lo que pensaban o sentían ni su esposo, ni su hijo, pero para todos los que estaban más allá de la puerta, ella era la mujer perfecta, inmersa en una vida perfecta, con el mejor de los esposos y un niño que siempre tenía algo bueno para ella: Una perfecta mentira. De hecho, Eiji nunca supo cómo lidiar con ella, era un eterno tirar de soga cada vez que el chico intentaba reventar esa burbuja que su madre se esforzaba por crear, ella respondía con más y más mentiras como una mitómana y cuando Eiji parecía haber logrado una encrucijada en la discusión, ella simplemente guardaba silencio y no le volvía a dirigir la palabra, sino hasta la hora de la cena.

De aburrido y terco fue que a penas la idea se le metió en la cabeza, decidió huir de casa, acción común en cualquier adolescente rebelde, con el ingenuo pensamiento de que tal vez así podría cambiar algo de su plano mundo, ya fuera hacer reaccionar a su familia o simplemente saborear otro tipo de vida por un rato. Historia que por estadística, no solía durar mucho.

Para su mala suerte no duró mucho en las calles de las ciudades de japón, después de todo Eiji no era ningún protagonista de manga que pudiera vivir una aventura o un cambio que volviera su vida genial, no podría salir ileso de la selva de los seres humanos donde la ley del más fuerte rige. Solo una semana de una vida desenfrenada y diversión morbosa antes de que sus pies fueran a dar en el lugar equivocado. Se vio capturado por hombres que nunca antes había visto, al comienzo Eiji pensó que lo tratarían de vender o prostituír, incluso pensó en su inminente muerte, pero de forma inesperada terminó, literalmente, como mascota de uno de los yakuza que más hilos movía en su ciudad. ¿Será necesario describir ese tipo de vida?

Por su naturaleza maliciosa y ese encanto desafiante, el muchacho llamó la atención, su contextura y su piel no era la típica de un japonés. En ese submundo Eiji conoció el verdadero lado oscuro de los seres humanos, donde aquellos que tienen algo de control sobre otros se ciegan de su poder y abandonan todo noble sentimiento con el fin de dar por satisfechos sus caprichos. Era un mundo particular y diferente.

Al comienzo solo fue una especie de puta de todos, violentado y violado por docenas de hombres que le mantenían amarrado por días, humillado, deshumanizado y olvidado a su suerte, pensando que de esa forma podrían domesticar al muchachito. Eiji se arrepintió de sus decisiones, por lo menos, en un principio, pero con el transcurrir el tiempo y al notar que ni sus padres, (es más, sospechaba que para ellos su desaparición había sido alguna especie de alivio, una carga menos que llevar y una buena historia dramática para contar), y en general, nadie había procurado ir a rescatarle, fue que, en algún punto, su cordura y estabilidad mental se rompieron, llegando a incluso a encontrar el gusto en las prácticas insanas que en él ejecutaban, desarrollando un especial apego con su "amo". La capacidad de adaptación de las personas es algo digno de admiración y Eiji estaba sorprendido de si mismo y del entorno que ahora era su mundo, y del cual se había convertido casi en el favorito del poder. Con el paso del tiempo, entre toda clase de juegos sexuales, “adornos”, torturas, pruebas de tolerancia y “fidelidad”, fue que su amo comenzó a tomarle cierto aprecio, era un chico obediente después de todo, alguien muy conveniente pues no se quejaba, jamás, de su situación. ¿Por que? Pues porque aquello era la marca que había hecho un corte esencial en su vida, que le había sacado de esa monotonía, que le había hecho descubrir cosas nuevas y que satisfacían su morbo.

Después de todo ¿Cuántas personas son adoptadas como mascotas de los más poderosos hombres que mueven a Japón desde las sombras? Muy pocas y seguramente, él era el mejor en ello.

Entre las tantas situaciones vividas fue que perdió su ojo derecho, asunto del que nunca le ha gustado hablar. Finalmente, y al cumplir los 18 años, su amo terminó por desecharlo. Tal y como un juguete que cumplió su ciclo Eiji fue a dar a las calles, con algo de dinero como regalo de su amo, quién había encontrado un nuevo muchachito. Ese hecho no llegó a tocar su orgullo de por sí, mas bien, fue como si de pronto hubiese perdido el interés por todo ese proceso vivido, por esos sujetos y se sintiera libre de romper con la monotonía a la que se había acostumbrado durante su adolescencia en ese submundo.  

De sus gustos, quizás el único que nunca cambió fue su agrado por la música, por cierta clase de melodías que le hacían sentir confortable y que su voz podía entonar con facilidad, aunque claro, su timbre no era prodigioso, sino "particular". Afinado y con una voz muy bien colocada, pero sin haber nunca sido pulida.

Una vez de vuelta al mundo real se convirtió en el dueño de su propia vida, dejando atrás el recuerdo de su familia, de los yakuzas, de japón, y de todo cuanto en sus años había vivido, como si nada de eso en verdad hubiese importado para él. Como si su alma aún no estuviese satisfecha con las experiencias, con la vida misma.

Con el dinero obtenido pudo moverse y viajar a un lugar que en estos tiempos resonaba mucho en todas partes: Glass City. Ahora mismo busca saciar su exigente ser en esta ciudad llena de vida y movimiento, llegó ahí por la curiosidad, por la música y porque tal vez tiene grandes expectativas en la clase de gente que habita este lugar. ¿Jugar con los famosos no es como jugar con fuego? ¿No sería divertido tratar de colarse en su mundo y quizás, por primera vez, saciarse de la vida? ¿Como lo haría? Bien, ¿por qué no partir probando su suerte?

¿Monotonía? Imposible ya que ahora se sentía capaz de siempre encontrar algo interesante para su retorcida mente, ahi donde la rivalidad y la competencia siempre están presente. Donde lo peor del ser humano sale a la luz. ¿Había algo peor en su mundo, que él mismo?


Imagen de referencia:

Spoiler:

Origen del personaje: Taito Shion - Vocaloid & Takasugi Shinsuke - Gintama (Modificado)



Última edición por Eiji Mitsuo el Jue Mayo 29, 2014 1:51 am, editado 1 vez
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Mensaje por Regan Vosuet Vie Oct 11, 2013 1:21 am

Ficha aceptada, puedes comenzar a rolear.
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