Cena y el ayer (Zinnia)

Una vez en la recepción y ya sin las gafas que siempre debía llevar para evitar ser reconocido, después de todo, él y la mayoría de los artistas del sello eran de gran renombre, se dirigió al mesón principal donde indicó su reserva, enseguida uno de los jóvenes encargados les llevó hacia el restaurant del hotel. Cuando llegaron fue uno de los mozos los que los acomodó en una mesa cómoda para dos personas.

“Espero que te agrade este lugar.” Comentó Regan para cortar el silencio en el que se habían sumido al llegar.

¿Realmente merecíamos esa cena desde hace años? La respuesta llegó inmediatamente que me formulé aquella pregunta y estaba totalmente deacuerdo con Regan. Fue repentino que me fuera del país y el que ninguno de los dos recibiera la carta de la otra persona no ayudó a que habláramos. Antes de que bajara del carro di un leve suspiro. Ya estábamos aquí, bien, ahora solo faltaba ver los acontecimientos que pasarán alrededor de la cena y charla. Regan abrió mi puerta, yo ya me había quitado el cinturón bajando del vehículo pero al hacerlo y apoyar mi pie recordé la herida, por unos momentos imperceptibles me quedé inmóvil sintiendo como el dolor recorría todo mi cuerpo pero ya no era tanto como en el principio por lo que pude caminar sin muchas dificultades hacia el restaurante.

En el transcurso nadie dijo palabra, no creía que fuera necesario además yo veía la estructura del edificio. Muy elegante, con los cuadros, las flores y el decorado hermosos. Quedé impresionada, siendo la primera vez, o más bien segunda vez, que iba junto con Regan a este tipo de lugares dándome cuenta que en verdad hubo un cambio radical en estos años que me fui ¿También yo había cambiado? Dejando de lado que ya no era una adolescente sino una adulta no creo que hubiera cambiado. Ya llegando al restaurante nos recibieron con mucha cordialidad, ya en aquel ambiente un poco más “íntimo” Regan comenzó la plática. Analizaba el lugar en el momento que me preguntó, voltee algo apresurada hacia él dedicándole una sonrisa pero era un poco tímida – Es maravilloso este lugar, me agrada mucho-

Volví a mirar alrededor dando por terminada mi revisión así podría poner mi atención a mi acompañante. Ahora sin lentes podía apreciar más su rostro, sus expresiones y sobre todo sus ojos pero en vez de hacerlo tenía la mirada en otro lado. Cuando intentaba mirarlo frente a frente algo me lo impedía pero ¿Qué era? Me encogí de hombros no sabiendo cómo hacer que el ambiente no estuviera tan tenso- Lo siento, me parece que me encuentro un poco nerviosa- Le confesé armándome de valor pare decírselo con nuestras miradas encontradas. Al decírselo me sentí menos tensa, creo que la plática y el ser sincera en ella era la clave para que las cosas se dieran mejor. Después de lo que le comenté me reí levemente por lo que acababa de decirle, ni siquiera en mis audiciones o presentaciones estaba tan nerviosa.

Estaba bastante aliviado al oír que la muchacha se sentía grata en el sitio escogido. La sonrisa suave y agradable en su rostro no parecía querer desaparecer y es que quizás, al contrario de Zinnia, él disfrutaba de aquel silencio, de cada expresión que daba el rostro ajeno, de todo aquello que una vez le cautivó.

"No tienes por qué estarlo, ¿No es que acaso hemos venido a disfrutar? Relájate por favor, quisiera que esta noche sea para ti algo que no olvidarás con facilidad." Aquellas palabras habían abandonado sus labios casi por si solas, como las ideas musicales que simplemente nacían de su cabeza y sus dedos las escribían. Aquello quizás había sonado un poco cursi y eso le hizo apartar la mirada por primera vez, más no mentía en sus deseos.

"Te propongo cenar primero, la noche es larga y el hotel tiene distintas estancias donde podemos disfrutar de una charla agradable." Sugirió como si de pronto intentara dejar de lado el hecho de que la verguenza también le afectaba de vez en cuando.

Al final de cuentas eran como dos niños en su primera cita, jugando a ser príncipe y princesa, aunque en el fondo ninguno de los dos encajaba bien con esos papeles.

Abrí un poco más los ojos cuando desvió la mirada. La razón del por que no se alejaba el nerviosismo era que el estaba seguro de la situación pero ahora no podría afirmarlo, y sus palabras fueron muy dulces, mucho. Su caballerosidad no había cambiado, era una de las pocas personas que me sonrojaban. Me alegro que desviara la mirada, así no lo notaria. Todo mi cuerpo se relajó. Disfrutaría como dijo, por que es la primera vez que salimos en modo de una “cita” en este tipo de lugares

-Claro, la cena es un momento de disfrute – Esperaba que fuera tan buena como el restaurante de mi llegada, lo cual no dudaba. Además con el apetito saciado nos relajaríamos aun más, listos para una plática tranquila- ¿Cómo ha sido tu semana? Seguramente tu agenda ah estado muy apretada-

Para esperar el servicio un poco de plática no estaría nada mal y así estaría al tanto de él. Comenzaría desde el principio volver a conocerlo. Me preguntaba si hablaríamos del tema en el restaurante o iríamos a otro lugar. Había dicho que existían lugares apropiados ¿Una terraza? ¿Un jardín? A lo mejor otro lugar hermoso, romántico. Mi mente no paraba de imaginar situaciones pero claro solo era fantasioso, fuera de toda realidad posible. Para quitar aquellos pensamientos tan infantiles me concentre únicamente en él.

"Todo ha marchado bastante bien, estoy bastante agradecido de contar con personas capaces de llevar a cabo sus trabajos a la perfección incluso si no estoy ahí mirando, y eso es únicamente porque la gran mayoría de las personas del sello, no, incluso de la escuela, aman hacer lo que hacen." Contestó con naturalidad al hablar, con una voz ligera y casi melodiosa, su cuerpo también se había relajado y comenzar a entablar una conversación tan común y ligera le daba la confianza para poco a poco ir profundizando en la vida de ella, para ir tal vez haciendo memoria de algunas cosas.

Al poco tiempo llegaron a atenderlos, con la carta en mano pudieron deleitarse con el menú a disposición. Regan observó y decidió en silencio, esta vez optaría por un menú marino, pero por supuesto, primero dejaría elegir a la muchacha.

"Puedes elegir lo que gustes, tómalo como un deseo concedido y deja de lado las restricciones de una bailarina, quisiera que te dieras en el gusto, solo por hoy."

Me sentí apenada en el momento en que Regan mencionó acerca de mi dieta, asentí sin mencionar palabra alguna tomando la carta del menú, abriéndola y levantándola hasta un poco mas arriba de la nariz ocultando así aquel sonrojo observando qué es lo que me apetecía del menú, que en general todo lo que ofrecían se leía exquisito- Pediré la orden de ensalada niccoise y un filete de radaballo con champiñon, gracias- pedí amablemente al camarero entregandle la carta, eserando a que Regan pidiera su platillo.

Después de que Regan pidió su orden le camarero se apartó pero no tardaría en regresar, aún así nuevamente estábamos solos, la música que empezaba a sonar en el ambiente lo hacía un poco más íntimo- Es una alegría que esté marchando bien la escuela y el estudio. Me agradaría que antes de ir a los asuntos pendientes me contarás como te fue en estos años donde estuve ausente- Se sentía extaño expresar mi ausencia, quería que me contara de su vida, no solo laboral sino privada pero tenía el presentimiento que si me contaba todo la noche se acabaría en un parpadeo sin arrgelar nada- Por supuesto que estoy dipuesta a contarte mi estancia en Francia aunque, en resumen, fue tranquila- Sólo me limitaba a concentrarme en mi Carrera, teniendo unos excelentes amigos que extrañare, pero no tuve el valor hacer algo atrevido o inusual, bajé mi perfil teniendo la vida tranquila y monótona que debía de tener desde un principio, antes de que lo conociera en aquel concierto. Los únicos momento mágicos en los que olvidaba todo era cuando estaba en el escenario.

Sonrió agradado por verla pedir, al parecer, sin pensar en nada más que simplemente pedir aquello que deseaba comer. Por su parte el hombre se decidió por un salmón a las uvas con papas duquesas de acompañamiento. Pidió también un buen vino blanco para ambos. Pronto volvieron a la intimidad de su conversación.

“A decir verdad al comienzo pensé en dejarlo.” Contestó el castaño con una expresión sincera en el rostro, quizás siendo una manera muy fuerte de cortar cualquier tipo de inibición entre ellos. “Pero no me lo hubiese perdonado al final de cuentas, me costó un poco retomar la motivación, pero luego apareció una chica quién se transformó en nuestra vocalista, con ella salimos a la luz y encontramos la fama que antes no habíamos podido hallar, pero pronto todo eso se vino al suelo también.” Hizo una pausa y suspiró, aquellos días en definitiva no habían sido para nada fáciles.

“La banda se deshizo a medias y cuando creí que ya no podríamos avanzar se me ocurrió cambiar la forma de ver a una “banda” y comencé a mezclar la danza y el teatro mismo en nuestra música, comprendí entonces que asumiría la responsabilidad y me atreví a retomar el micrófono, para mi suerte, todo resultó bien y alcanzamos la cima en poco tiempo.” La sonrisa en el rostro de Regan era claramente una orgullosa, pero humilde en sí misma. “Luego de unos años aspiré a este nuevo concepto de música y artistas, y decidí abrir el sello, apostando gran cantidad del dinero que habíamos logrado con nuestros años de fama.”

El mesero regresó y los interrumpió, pero eso le ayudó a Regan a no ir muy lejos con el tema, aquel era básicamente el mejor resumen qué podría entregarle.

“Y aquí estoy ahora. Me encantaría escuchar sobre tu vida allá, quisiera saber todo lo que puedas contarme… Y espero no parecer demasiado imprudente.”

Prestaba suma atención a los acontecimientos que tuvo que pasar, por supuesto en lo que a su vida laboral se refería, no menciono de otro asunto mucho mas privado pero mi admiración hacia él creció por ser un hombre aferrado a sus sueños e ideales, haciendo en el transcurso de su vida una gran lucha. Se convirtió en un hombre maravilloso- Has superado muchas pruebas que te ha puesto la vida, eso lo veo sin dudar- Comente con asombro en el momento en que el camarero llego con los paltos que pedimos, le hice un ademán en el momento en que estaba a punto de retirarse, escuchando como Regan deseaba saber sobre mi. Antes de tocar siquiera los cubiertos para contestarle, de la misma manera cortes y humilde, esbozando una pequeña sonrisa.

-Es algo difícil hablar sobre la vida de uno mismo, veamos-Quedé en silencio por algunos segundos mas que nada para recordar y organizar cronológicamente los acontecimientos importantes-Fue un tanto difícil hacer que las costumbres del país fueran parte de mi, pero me maraville de la ciudad, claro que en un principio no pude darme cuenta de aquello- Comente algo melancólica, fue un periodo donde entre en depresión.

-Enseguida comencé los estudios, la Academia era de mucho prestigio y por eso exigían la perfección, pronto pude estar en el nivel de los demás. Los cuatro años que pase estudiando mi familia no permitieron que saliera, solo dentro del país. Cuando me gradué tuve pequeñas presentaciones, ningún trabajo formal o fijo hasta que me has contratado, es mi primer trabajo importante- Terminé dedicándole una pequeña sonrisa tomando ya los cubiertos para degustar la comida que era mas que digna para ser clasificada como buena calidad.

Esta vez disfrutaba del silencio, mirando la comida y de reojo a Regan ¿Así hubiera sido nuestro futuro? Tal vez si o tal vez ni siquiera hubiéramos durado tanto tiempo. De todos modos sentía que ya era momento de decirle lo que le había estado ocultando –Regan, hay otro asunto que quisiera comentarte, por supuesto, sería después de esta agradable cena- Sonaba amable pero era la falsa amabilidad que usaba cuando me encontraba en las reuniones de los empresarios. Esperaba que no se percatara de la diferencia. Mi platillo estaba a punto de terminar.

"Supongo que no fue fácil… " Fue su comentario y es que algo podía entreleer de las palabras que Zinnia le había entregado, estaba claro que ambos al comienzo, no pudieron tomar bien aquella sorpresiva separación.

Era curioso, por algún momento a su cabeza vino la obra que la escuela estaba preparando. Sí, sin dudas su historia había sido como la de Romeo y Julieta. Casi una tragedia que por suerte parecía que habían podido dar vuelta, pero la mezcla de sentimientos y sensaciones, el querer y el deber, mezclar las ansias de ver qué es lo que aún quedaba entre ellos junto con una responsabilidad meramente laboral, le hacía titubear.

"Me alegra ser el primero” susurró con un aire místico y es que las palabras se le escaparon de los labios sin siquiera haber alcanzado a procesarlas. Bajó la mirada hacia el plato, por suerte su carácter tranquilo le ayudaba a no alarmarse incluso cuando se sentía terriblemente avergonzado. Hizo como si la frase hubiese sido una cotidiana y tomó los cubiertos, dispuesto a comenzar a comer.

El silencio entre ellos fue agradable durante la cena, la que disfrutaron con calma. Las palabras intercambiadas era en torno a la misma comida o a la bebida y al mismo lugar.

Regan solo dejó de comer al momento de oírla, sintiendo una pesadez inusual en es estomago.

“Por supuesto, conversaremos con tranquilidad en la terraza, si te parece bien.” Dicho esto tomó un sorbo de vino y pausó la comida por al menos un minuto, para finalmente retomarla y acabar con su plato.

“Deseas servirte algo más?” Consultó Revo una vez la muchacha hubo terminado su cena.

-La terraza me parece el lugar mas apropiado- Le respondí por fin terminando los platillos que pedí dejando los cubiertos, limpiándome la boca con la servilleta de manera delicada, esperando a que Regan terminara con su platillo. Mientras lo esperaba estaba tratando de organizar mi mente ¿Sería bueno decirle antes de la conversación o después? De pronto comencé a dudar si en verdad decirle pero ya era demasiado tarde para retractarme, no quedaba más remedio además él tenía todo el derecho a saberlo, o lo tenía cuando estábamos saliendo.El mesero vino a retirarnos los platos y, al momento de preguntarme si deseaba algo asentí- Tomaré tu palabra de no sentirme limitada por mi dieta y pediré un pequeño postre- Volví a tomar la carta para ahora centrarme en los postres, estaba decidiendo en silencio.

-Deseo unas frutillas bañadas en chocolate- Pedí al camarero, aun estaba tensa. Bajé mis manos llevándolas a mi regazo ahí no se daría cuenta que estaba moviendo mis dedos en signo de nerviosismo- ¿También pedirás postre?- Trataba de que la platica fuera de lo más simple y cotidiano. Pero no podía mirarle a los ojos, sentía vergüenza, no fue muy justa al ocultarle algo tan importante y sin embargo cuando pensé que no quería mantener contacto conmigo lo odie, de cierta manera. Era una mala persona, egoísta que solo veía en esos momentos mis propios sentimientos. Di un suspiro pesado.

El castaño no pensó que la chica aceptaría agregar algo más a la cena, pero aquello le causó algo de ternura. A final de cuentas la muchacha no solía darse gustos como esos. “Frutillas con chocolate” Repitió en un susurro, pensando en que aquel postre sería digno de disfrutar para una persona que vive con un régimen día a día.

“Creo que pediré un Petite Passion” Indicó al mesero el que asintió y luego se retiró, no sin antes llevar consigo los platos ya vacíos de lo recién cenado. Regan limpió su boca y se sorprendió a si mismo dando un suspiro notorio. ¿De verdad eran tanto los nervios de “conversar”? Aquello se volvía un poco ridículo mirándolo desde afuera, pero era inevitable.

Sin alcanzar a hacer ningúna clase de comentario vió como llegaba el postre de vuelta. Ambos con una delicada y muy agradable presentación. Le dedicó una sonrisa a la muchacha antes de levantar el servicio y probar el postre. No solía comer esa clase de cosas pero sin duda, para esta ocación y para la ansiedad de su cuerpo, parecía muy justo y preciso.

Una vez terminó de disfrutar de aquel último detalle de la cena, esperó a la chica terminar, sin apresurarla, simplemente disfrutando del hecho banal de observarla agradada por lo elegido.

Casi enseguida que retiraron los platos pude escuchar como Regan dio un suspiro, lo miré, no por mucho tiempo, algo sorprendida pues el no era de las personas que solía hacer tales acciones ¿Es que mi presencia comenzaba a aburrirle, molestarle ya? O ¿Podría ser que no esta tan preparado para hablar como tenía pensado en un principio? Sea cual fuere la razón para no incomodarlo más solo miré hacia la mesa, quedando en total silencio aunque por suerte, en esta ocasión el mesero no tardo en traernos el postre que ninguno de los postres demandaba mucho. Ahora solo quedaba disfrutar del postre que no muy seguido pruebo algo con chocolate. Tomé el tenedor y solo me concentre en comer las frutillas que estaban muy deliciosas o mi paladar lo sentía así por que no es algo común de lo que suelo comer en mi vida diaria.
 
Una vez terminando el postre y que se llevaran los platos vacíos con una servilleta limpie mi boca con una servilleta pues sentía que un poco de chocolate quedo en la comisura de los labios y necesitaba mantener siempre una imagen limpia e impecable. Al subir la mirada noté que Regan me miraba, desvié enseguida la mirada sonrojándome un poco- Antes de que cambiemos de lugar, permíteme unos momentos, necesito ir al servicio, no tardo- Tomé mi bolso de mano levantándome. Cuando caminaba ya no sentía el dolor de un principio, ya no me lastimaba caminar solo sentía una pequeña molestia. Parece ser que estar en reposo todo ese tiempo que estuvimos cenando si ayudó a aliviar mi dolor.
 
No tardé mucho en el baño, mas que nada fui para prepararme mejor, tenía que pensar mas con la razón, no dejarme llevar por los sentimientos aunque en mi llegada tuve el impulso de decir lo que pensaba, en francés, claro, pero lo importante era que lo había dicho enfrente de él, eso era lo importante- Ya soy una adulta, esta plática será sencilla- Di un suspiro revisando en el espejo un poco mi aspecto, me encontraba bien aunque quería cambiar un poco. De mi bolsa saqué un brillo labial poniéndomelo junto con algo de rubor. No suelo usar maquillaje pues a la larga podría maltratar tu piel pero algo como ello no implicada ninguna molestia. Sonreí saliendo hacia la mesa.
 
-Ya estoy lista ¿Nos vamos a otro lugar más íntimo?- Comenté de manera dulce, esbozando una pequeña sonrisa.

El castaño miró atento pero disimuladamente como la joven se daba el gusto de comer un poco de chocolate, como su jefe incitarla a algo como eso no era del todo correcto, pero incluso así consideraba que aquel era un derecho que la chica podía darse luego de todo su arduo trabajo. Al mismo tiempo se deleitó con el suave sabor de su postre. Una vez acabado el postre la chica solicitó unos momentos, momento en el que el hombre aprovechó de pagar la cuenta y de avisarle al mesero que ocuparían una de las terrazas. El joven respondió que no había ningún problema.

De alguna forma la espera de la joven se le hizo algo eterna, sin embargo su reloj le indicó que en verdad no había tardado mucho, simplemente era la percepción que tenía culpa de la ansiedad.

Cuando la chica volvió el mayor pudo notar el suave brillo en sus labios y un poco más de color en sus mejillas, cosas como esas eran detalles en los que él siempre se fijaba, casi inconscientemente y esta vez le sacaron un suave sonrojo que le obligó a desviar la mirada, disimulando al ponerse de pie con tranquilidad.

“Vamos, ya he avisado que estaremos en la terraza, tendremos privacidad” Comentó él, devolviéndole la sonrisa, invitándola a pasar primero hacia el fondo del comedor donde podrían llegar a la terraza, una no muy grande, pero bastante cómoda. Los asientos de cuero y el ambiente cálido lo hacían muy confortable. Agredecía que los ventanales pudieran cerrarse, ya que de lo contrario el frío les haría imposible mantener una conversación ahí.

“¿Respecto a qué es lo que deseabas hablar, Zinnia?” Comentó una vez él también se hubo acomodado en el sillón frente a ella, habiendo dudado de que tal vez sentarse a su lado le fuera a incomodar.

Lo seguí hasta la terraza que había apartado, con pasos un tanto inseguros pero con la cabeza en alto, al menos así me mostraría más segura. El lugar, debo admitirlo, era muy confortable, tenía un ambiente cálido y el espacio no era ni lo suficiente pequeño no lo suficiente grande como para que me incomodara, era un buen espacio. Fui la primera en tomar asiento esperando a que él lo hiciera. Cuando preguntó de qué es lo que quería hablar bajé la mirada, más que nada para tratar de ordenar las ideas y ver cual sería el primer punto a platicar. Cuando volví a subir la mirada estaba más que lista, le dediqué una pequeña sonrisa, mostrando que me encontraba tranquila y sin ninguna preocupación, me alegré por primera vez aquellas clases donde una podía controlar el estrés.

-Creo que necesitamos hablar de lo que dejamos hace varios años, sobre nuestra relación- Por fin comenté sin dejar de mirarle a los ojos- Quisiera aclarar que fue muy inesperado, incluso para mí, el que me marchara, no tuve tiempo de avisarte en persona, mi familia me comentó que ya te habían avisado- El brillo de mis ojos parecía apagarse un poco, recordarlo hacía que volvieran los sentimientos de atrás, la depresión, desesperación, pensé que los había superado pero creo que sólo los guardé, reprimiéndolos- También sobre las cartas que enviaba, admito que fue mi culpa el creerle ciegamente a mi familia que te fueron entregados- Mordí levemente mi labio inferior.

-Sin haber respuesta alguna por tu parte llegué a la conclusión de que no fui lo suficientemente valiosa, tal vez por eso comencé a sentir rencor hacia tu persona- Lo último no pude decírselo mirándole a los ojos, tuve que desviarlos, me apenaba mucho decirle eso- Lo siento, por sentir rencor hacia ti…

Al comienzo el castaño parecía realmente tranquilo, escuchando atentamente lo que la chica comenzaba a exponer, gran parte de esto se debía a que ella misma parecía lo suficientemente tranquila al respecto. Escuchó, cerrando los ojos unos momentos cuando ella mencionó el pasado, todas aquellas acciones que para ambos fueron casi inexplicables por parte del otro, sin embargo, para el caso de Regan aquello había quedado esclarecido y superado la vez anterior en la que habían compartido sus razones y porqués. Supuso entonces que la chica necesitaba esclarecerlo, pero estaba equivocado, había algo más, algo que le hizo abrir los ojos con sorpresa y, por un segundo, poner una expresión que evidenciaba que aquellas palabras, de alguna forma, le habían herido.

“Comprendo.” Contestó cordial como siempre, bajando la cabeza, incapaz de encontrarse con los ojos de la chica. “No tienes que sentirlo, puedo entender que es algo completamente natural bajo las circunstancias en las que te encontrabas.” Fue su respuesta casi política, sin embargo había un solo signo en él que delataba que estaba conteniendo algo mucho más fuerte de lo que expresaba, y eso era la forma en que empuñaba su mano izquierda.

De alguna manera se sentía como el tonto de aquel pasado y es que pese a todo lo ocurrido, como el soñador y romántico que era en aquella época, nunca desarrolló alguna clase de sentimiento hostil hacia la chica de cabellos lila. Por el contrario, se mantenía siempre esperanzado, como un romeo que no sabía perder. ¿Había sido muy ingenuo tal vez? De cualquier forma todo aquello formaba parte del pasado. Incluso como Romeo él mismo se había rendido luego de un tiempo y continuó su vida como pudo, con sus sueños, con otras relaciones que en verdad nunca parecieron devolverle su alma suave y gentil, sino simplemente le convertían en un hombre más junto a una mujer más. Pero Zinnia… ¿Tendría ella aún la cualidad de llevarlo de vuelta a esas sensaciones y sentimientos profundos y reales?