(F) Sólo recuerdos

Recuerdo muy bien ese día, el amanecer, el rostro de mis camaradas, el rugido de la batalla, el sonar de las espadas y por su puesto, mi muerte...
Era una fresca mañana de diciembre, era el año 883., me había levantado cuando apenas el sol estaba asomándose. Me coloqué mi armadura y besé por última a mi querida Nedeshiko sin despertarla. Afuera en el campamento, se podía sentir miedo entre todos los soldados, pero también esperanza, una victoria nos separaba de la paz que tanto añorábamos. No mentiré, ¡yo también estaba nervioso!
-¡Julius!- Era la voz de mi emperador que me llamaba. -¡El asedio a la ciudad de Taygrarus atacó con éxtio! Comandaré la cabellería, ¡Junta a los demás paladines, estarán a cargo de la infantería!- Acepté con honor, pero antes de retirarme me quizo agradecer: -El honor es mío, Julius, sin su sacrificio probablemente esta guerra hubiera sido un fracaso. Sabes que hubiera deseado ser yo quien muriera en vez de cualquiera de ustedes
-Taygrarus necesita un emperador- Aunque su respuesta fue la de siempre –Hay más de una persona que podrá dirigir una nación ¿Volverás a tu hogar una vez que esto termine?- El Reino Lassed, mi país natal. -¡Claro! Quiero volver a ver a mi madre y pasar el resto de mi vida con Nadeshiko- Recuerdo que al finalizar esto me sonrió. Mi emperador siempre fue caracterizado por tener una apariencia estoica, pero esta vez fue de las pocas veces que vi otro lado más humano. –Espero y logres el futuro que buscas. Además será bueno tener un representante de Taygrarus allá- El plan de él era restaurar la paz con las demás naciones una vez que esto termine. Sería un honor: ayudar a retomar lo que era del Imperio de Taygrarus y establecer la paz entre dos naciones que tenían tensiones desde hace siglos.
Me despedí de él, siendo esta la última vez que lo vería. Era el momento de dirigir mi última batalla...