No shame allowed! [Clase 3º]

Su regreso a la escuela no fue lleno de glamour o al menos con una pose de victoria. Después de su larga recuperación en el hospital siguió el traslado a su departamento y reintegración de actividades, para los cuales casi todas las actividades domesticas le ayudaba una enfermera pero casi siempre se las veía por su cuenta en la escuela en una silla de ruedas.

Le avergonzaba que sus alumnos le vieran en ese estado deplorable en su opinión, aunque nada comparado a como estaba en el hospital. Se veía simple debido a lo complicado que era arreglarse debido a las vendas, el yeso de su pierna y los puntos que tenía por doquier, aunque estos eran mínimos y pequeños.
Las clases continuaron en una autentica calma incómoda para ella que odiaba tener otra imagen con cualquiera, se sentía débil y ridícula.

Ridiculo.... La vida, en su manera mas cruel le había dado una idea para su clase de Puesta en Escena.

Había puesto un aviso de que la clase empezaría 15 minutos mas temprano y en otra locación para la clase, pero que ya tuvieran preparado el material para usar como maquillaje, accesorios (que les proveería la escuela o propio) y como opcional de traer ropa que no acoplara con ellos. Esta iba a ser una clase sin mucho sentido pero les serviría para de ver las cosas de otro modo.
Cuando fue la clase, Katherine se presentó en su usual puntualidad, viendo que ya había en la mesa que había pedido materiales extra que pidió en caso de que no quedara satisfecha con lo traído por los alumnos. Al ver que ya se estaban presentando alumnos a la hora acordada empezó con las indicaciones básicas.

- Bueno chicos, hoy tendrán la experiencia de su vida de la que deben ser conscientes, pero antes de la lección se preguntaran por que les pedí todo esto... Es sencillo, quiero que todos se vistan y pinten de la manera mas ridícula, antinatural y fuera de lo usual de ustedes y tendrán 15 min. para lograrlo, pueden ayudarse entre si - esperó ver las caras de asombro, confusión y "¿Habla en serio?" en sus caras antes de continuar - Cambiense en los bastidores y en caso de que yo no considere que sus "looks" son ridículos los mandaré a cambiarse... si creen ustedes o sus compañeros lo que tienen no es suficiente, pueden utilizar el material extra, pueden ayudarse entre si para esto... Las risas y el chachareo estarán permitidos, así que les daré el tiempo extra que considere, pero los quiero presentes como cadetes a su sargento.

Antes de proseguir se acercó a la mesa lo más que pudo por su silla de ruedas y tomó unas cosas para dejarlas sobre sus piernas.

- Si piensan que esto es injusto y carente de sentido, sepan esto - se colocó un moño exagerado y reflectante en el cabello y comentó lo siguiente con una sonrisa - Yo también me les uniré, a los 3 más ridículos les daré un extra de calificación... Así que en sus marcas, listos... ¡Empiecen!

Si, la mujer había abusado de su poder como maestra para adelantarse y tomar los objetos ridículos que creyó le quedarían a ella. Ahora solo esperaba ver como se ayudaban o alienaban entre si para cumplir el cometido indicado por ella.

Indicaciones:

Cuando la profesora Howell reveló sus intenciones ante toda la clase, yo me estaba tragando un pan a escondidas y la impresión fue tan grande que me atoré con el mismo. ¡¿Que dijo QUÉ?! Me quedé helado, como casi todos mis compañeros. Claro, como soy taaaaaaan obediente traje un uniforme de marinerita... Pues... ¡Fue la señorita Howell quien nos indicó que trajéramos ropa inadecuada para nosotros! Me sentí bastante estafado... Y yo que pensaba en hacer que una de mis compañeras lo luciera, creo que debo despedirme desde ya de mis sueños de juventud.

Pregunté a varias chicas del salón si querían cambiarme el traje, pero todas coincidían en que tenía grandes posibilidades de ganar si lo usaba. Por supuesto, no probé suerte con intercambiarlo con un chico... No sé cuál hubiera sido mi reacción si alguno aceptaba.

– ¡ARGH! Está bien... ¡Vamos a hacerlo! – Exclamé decidido, intentando darme ánimos a pesar del terrible destino que me esperaba.

Estuve cerca de media hora cambiándome en el ropero del salón de danza, y no porque el uniforme fuese difícil de colocar, sino porque no podía concebir que mis compañeros -a quienes conozco de hace sólo unas semanas- me vieran así. Pero la profesora había prometido calificación extra y... Bueno, yo realmente la necesitaba.

Además, la señorita Howell estaba complicada de salud y quería ahorrarle cualquier disgusto... Sí, seguramente esa actividad tan excéntrica tenía como verdadero motivo sacar una buena cara a los malos tiempos. No importaba que mis piernas y mis brazos se vieran aún más largos de lo que eran por culpa de esa pequeña blusa y la falda, tampoco me molestaba exhibir mis piernas sin depilar o la primera porción de mi abdomen, ¡el objetivo era hacer feliz a la maestra!

Sí, es por Sensei... Ella necesita sonreír...

Motivado por esta idea, acompañé mi vestuario amarrando mi cabello en dos colitas pequeñas y le pedí algo de maquillaje a una compañera. Me entinté los labios de carmín, coloreé mis párpados con sombra morada y me pasé algo de rubor en las mejillas. Claro, todo de forma desproporcionada y ridícula, como haría un payaso.

– ¡Tachán! ¿A que soy súper kawaii? – Exclamé al salir del vestidor, imitando los movimientos de una de mis idols preferidas de anime.