Escapismo

Continuación de "Opciones"

No dejaba de pensar que Skyle acabaría arrancándole el brazo —el que casualmente necesitaba para seguir tocando piano, el que valía más que su propia vida—, cuando la puerta se abrió y un manto de estrellas apareció frente a sus ojos, sobrecogiendo su enfermo corazón.

Y solo entonces comprendió que nunca se había sentido tan libre.

—¡Lo logramos, Skyle! —celebró, llevándose ambas manos hacia el rostro en un gesto de fascinación. A medida que avanzaba, podía contemplar mejor la hermosa vista que ofrecía la azotea de la academia Musette—. Este sitio es perfecto para una cita, ¡eres genial!

A pesar de tener la respiración entrecortada y las mejillas rojas por la carrera que acababan de hacer, Mine no tuvo reparos en lanzarse sobre el muchacho, colgándosele del cuello sin ningún tipo de control. Hizo el amago de querer dar vueltitas como había visto en tantas películas románticas, pero la presencia de la bolsa que Skyle traía consigo desvió su atención.

—¡Ah! ¡Casi olvido lo más importante! —exclamó sin deshacer del todo el abrazo, recordando que el plan consistía en comer fideos instantáneos en la azotea de la escuela como los dos chicos normales que evidentemente no eran—. ¿Dónde lo hacemos?

La respiración de Skyle era muy ruidosa, le faltaba el aire por lo que sus jadeos eran ásperos y roncos. Él no era un chico deportista, tampoco lo era el otro, por lo que muy probablemente aquella haya sido su carrera más larga y exigente hasta entonces.

Sentía el sudor bajarle por la barbilla y las piernas temblarle ligeramente, pero incluso así lo que más le dolía era la entrepierna. El roce de la carrera lo había torturado y el dolor había bajado un poco el bulto de sus pantalones, ¿pero por qué no podía volver a la normalidad?

Masoquista.
¡No es cierto!

Sacudió la cabeza queriendo espantar una vez más al otro en su interior, y por suerte el comentario de la muchacha que lo acompañaba en aquella loca noche captó su atención.

"Una cita"

Sus mejillas se encendieron como en el salón con tan solo la mención de la palabra. Cuando Mine se colgó de su cuello sintió que el flujo de sangre volvía a su parte baja y apretó los puños, enemistando sus hormonas con su cerebro y maldiciendo el nulo control sobre algo que no solo le avergonzaba sino que también en parte le hacía sentir sucio.

-N...no... - alcanzó a susurrar pero la chica interrumpió con un cuestionamiento que lo descojonó- ¿Hacemos qué?

¿Acaso llegar a la azotea no era la meta?
Su mente ya no daba para más. Era tan alto el nivel de estrés en el que encontraba que su cabeza estaba próxima a soltar humo.

No, idiota.
¿A-acaso se refiere a...?
¡Tampoco! Empiezas a exasperarme ¿sabes? Voy a...
¡No! ¡No puedes! ¡Esta es MI cita!
...

-¡Ah!- exclamó ligeramente al notar entonces la bolsa que traía en la mano, la cual había olvidado por completo. - Cierto, los fideos... -Y comenzó a buscar en vano por algo útil para hacerlos. Por supuesto en la azotea no había agua ni nada para preparar los dichosos fideos. No había nada. Nada. Nada. Nada.

Todo había sido en vano. La cita estaba arruinada.

De pronto la respiración de Skyle volvió a sonar fuerte, como si recién hubiese acabado otra carrera en pánico.